Fernando Ruiz Díaz trataba de alcanzar a alguno de los vendedores de Apple en la tienda de Masaryk el jueves pasado, poco después de la medianoche.

 

Éstos corrían entre las filas de gente que llegaron para comprar la nueva iPad, la que tiene una pantalla con definición que ningún otro aparato portátil en el mercado alcanza. La misma que la semana pasada llegó a las tiendas en Estados Unidos y otros países ricos, como Japón y Alemania, y que en tres días rompió otro récord: tres millones vendidas, un millón cada 24 horas, 41 mil 666 por hora, 694 por minuto, 11 por segundo.

 

 

Fernando perseguía a los empleados de la tienda emblemática de la marca en México para que le explicaran las características de la nueva iPad, la que no quisieron que fuera conocida como iPad 3, para romper con lo previsible, dicen representantes de la firma durante la venta nocturna.

 

La veía una y otra vez, tal y como se distingue a un sujeto que trae dinero para comprar, de uno que simplemente está matando el tiempo que le sobra antes de decir que luego se dará una vuelta, que regresa mañana, que va a pensarlo, o lo que usted haga en esos momentos de curiosidad en los que todo termina con una mueca de odio en el rostro de la persona que segundos antes le tendía la mano y opciones de pago, como si fuera un amigo que no veía desde hace muchos años.

 

 

“Sí, a veces soy el vocalista de Catupecu Machu”, responde Fernando Ruiz Díaz. “Estaba en el hotel y supe de esto, así que vine. Le regalé mi iPad a mi novia, por eso necesito una”.

 

 

Ruiz Díaz es el frontman de una banda que mueve masas en el sur. Tiene nueve discos que han creado entre 1997 y 2011. Algunas de sus canciones son himnos de juventud, de rebeldía, de desamor. La imagen de la banda semeja mucho al movimiento industrial underground que saltaba de Chicago a Berlín. Es una imagen del look Front 242 y NIN que llega de Buenos Aires.

 

“Estuve recientemente en Nueva York, fui a un concierto de The Kills, son increíbles, su vocalista, increíble”, dice a botepronto cuando se le cuestiona por la música que recomendaría en este momento.

 

Destaca el poder vocal de Alison Mosshart junto al guitarrista Jamie Hince. Son dos los que integran la banda y hacen mucho ruido. Evocan o llenan de verdad la palabra rock. No como esos grupos que se dicen alternativos, pero suenan a cumbia colombiana. Recuerda a Alison en la banda sonora de The Girl with the Dragon Tatoo, junto a Trent Reznor.

 

El que a veces es vocalista de Catupecu Machu dice que está en México por el Vive Latino, el festival que este fin de semana reunió a un cartel en el que las estrellas que todo el mundo anhela escuchar no son latinas. Pero que ya es una marca que convoca masas, igual que Apple.

 

La tienda sigue siendo un hervidero con gente lista para entregar la tarjeta de crédito. Han estado guardando dinero desde hace meses para merecer este momento. Salen con una sonrisa en la cara y una o varias bolsas blancas en la mano. Unos copian las actitudes que los sujetos que se forman en Nueva York para ser los primeros de la fila y en la caja, y externan cuando tienen la caja blanca en la mano.

 

Levantan los brazos, en señal de triunfo. Se dejan tomar las fotos de los medios que rodean este espectáculo. Se dejan entrevistar por los micrófonos y cámaras de televisión que buscan contar quién fue el primero que compró el producto y a qué hora llegó. Les preguntan qué es lo que sienten. Al final, no saben decirlo, tal vez por eso todo mundo quiere copiarlos, para averiguar qué es lo que se siente.

 

El vocalista de Catupecu Machu ya está en otra isla de productos. Ahora pregunta por un micrófono y por otras tecnologías para hacer música. Sigue moviéndose sin ser molestado por los medios, tal y como sería acosado en Buenos Aires o en alguna otra ciudad del sur de América.

 

Afuera, la fila ya sólo tiene a 32 personas. Siguen pasando de cinco en cinco. El cadenero de la puerta controla el flujo, si deja pasar a todos al mismo tiempo, imposible atender todas las preguntas.

 

“Llevamos media hora formados, no mucho, no como hace unos meses”, dice la última de la fila, una mujer de unos 30 años que dice que tiene las dos versiones anteriores, pero quiere la nueva por la pantalla, que le han dicho que supera la alta definición por mucho. También quiere el 4G, la conectividad que todavía no existe en México, pero que las empresas de telecomunicaciones prometen que pronto estará disponible, a pesar de que el 3G ni siquiera funciona bien.

 

Ruiz Díaz se tardó. Cuando pidió su iPad con marco negro le dijeron que ya no había. “Sólo quedan con marco blanco. No me gusta, por las películas, no me gusta cómo se ve, me gusta el negro”, explica. “Estoy esperando que me digan en qué tienda la puedo conseguir, estaré en México unos días más”.

 

Unas horas después, el viernes en el Vive Latino, Fernando Ruiz Díaz como vocalista de Catupecu Machu volvió a ser la estrella de masas.