A tres años de cumplir un siglo de existencia, la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) comenzó un proceso para impulsar el trabajo de las mujeres en el Colegio del Aire, en los hangares y en las torres de control.

 

Hasta 2006, el ingreso al Colegio del Aire, ubicado en Zapopan, Jalisco, era exclusivo para varones. Tuvieron que pasar 92 años, desde su nacimiento, para que la FAM se abriera a las mujeres.

 

Hasta ese año, ellas sólo podían ingresar a siete planteles educativos militares. Sin embargo, la Secretaria de la Defensa Nacional amplió las opciones educativas para las mujeres y, a partir de 2007, pueden estudiar ya no sólo para enfermeras o doctoras, sino incluso para pilotos aviadores e ingenieros constructores. Hoy esta incursión se está impulsando.

 

El 27 de enero de 2009 es una fecha que quedó grabada en la memoria de la FAM, al realizarse el primer vuelo sin instructor por parte de una estudiante de la Licenciatura en Ciencias Militares Piloto Aviador.

 

Se trata de Andrea Cruz Hernández, originaria de Oaxaca y con 22 años de edad, quien se graduó el año pasado.

 

Ese día, Andrea piloteó un avión bonanza F33-C, matrícula EBA- 6431. Ahora lo hace con un Pilatus PC-7 en Chiapas.

 

Como ella, Sofía Bravo Cuevas y Yaotzín Velázquez Olvera también egresaron hace dos años del Colegio del Aire. Pero a diferencia de Andrea, estas dos militares estudiaron para ser controladora de Tráfico Aéreo y aerologista; es decir, meteoróloga clase 4.

 

La primera vuela aeronaves de reconocimiento en diversos operativos militares, la segunda le da seguridad al espacio aéreo nacional y la tercera advierte de atmósferas adversas para la aeronavegabilidad.

 

Ellas tres forman parte de la columna vertebral de la FAM. Forman parte de la nueva generación de mujeres, con grado de subteniente, que integran la Fuerza Aérea Mexicana, una institución hasta hace un lustro, era exclusiva para hombres.

 

Rompen estereotipos

 

Andrea, Sofía y Yaotzín ingresaron al Colegio del Aire en busca de desarrollar una profesión en la FAM. La primera soñaba con volar, la segunda con explorar los cielos y la tercera con mantener la tradición familiar de ingresar al Ejército.

 

Andrea es originaria de la ciudad de Oaxaca y, de orígenes indígenas, fue la primera piloto de la Fuerza Aérea Mexicana, tras graduarse con 168 oficiales más de sus estudios en el Colegio del Aire el año pasado.

 

En el perfil de esta joven piloto destaca una condición física y mental superiores, que le permiten soportar la fatiga de vuelo provocada por la tensión, los cambios de presión, aceleración y fuerza gravitacional causados durante la operación de una aeronave.

 

En la graduación de Andrea también destacó una controladora de vuelo y cinco aerologistas.

 

Ella es la primera de ocho mujeres que terminó la licenciatura en Ciencias Militares Piloto Aviador.

 

Andrea sentó un precedente en la historia del país y de la FAM, pues antes de 2007 sólo podían optar a las especialidades de enfermería, odontología o medicina.

 

Sofía, por su parte, viene de una familia tradicional con interés en la aeronavegación y los aviones. Ésta subteniente forma parte de la primera generación del Colegio del Aire.

 

“Estoy en la FAM porque es una institución muy noble, que brinda seguridad, que ayuda al país, al pueblo. Desde pequeña me interesó la aeronáutica, los aviones, pero no me llamó la atención volar, sino ayudar a volar a otros”.

 

Ella es la responsable de coordinar los vuelos, de avalar los planes de vuelo, de autorizar los vuelos, de separar tráfico aéreo y evitar accidentes aéreos.

 

Yaotzín es aerologista. Su misión es brindar el reporte meteorológico de la región centro del país, recibir el de otras estaciones, hacer carpetas meteorológicas y dar información a las tripulaciones de vuelo.

 

Su ingreso a la FAM fue por tradición familiar. Pero no quería ser enfermera ni soldado. Quería servir en un área estratégica para la Fuerza Aérea.

 

“Desde pequeña me gustaba ver mucho hacia ver las nubes, me interesó todo sobre la atmósfera y eso fue lo que me motivó a entrar al Ejército. Cuando era niña, veía que era para hombres, pero ahora se brindó la oportunidad de egresar del colegio y puse el ejemplo a mis papás, tíos y a mi hermano”.