Inevitablemente, al pasar de los años, cuando se mencione a Felipe Calderón, a la mente vendrán imágenes de sangre y violencia. La guerra y los muertos, de la mano de la obstinación, son ya la definición principal de esta administración.

 

Una vez más, México fue el alumno ejemplar de los organismos internacionales. En los 90´s, fuimos el discípulo más obediente del Fondo Monetario Internacional, hoy, somos el mejor ejecutor de la política de prohibición. Mientras el mundo cumple a medias este mandato, México lo llevó hasta sus últimas consecuencias. Atacamos en el margen los delitos que lastiman al ciudadano (extorsión, secuestro,…), concentramos los recursos en la persecución de capos y el decomiso de droga “para que no llegue a los hijos de los americanos”. La prevención y el desarrollo de oportunidades son solo parte del discurso oficial.

 

Apoyar incondicionalmente estrategias diseñadas por la burocracia internacional nos cuesta caro. De nuevo, hicimos la tarea, sacamos la mejor calificación, cumplimos con todos requerimientos externos, a costa del desarrollo y bienestar interno.

 

Hoy, hay 50,000 muertos, más de 10,000 desaparecidos y un lentísimo proceso de reconstrucción institucional. Nadie ha apegado su política interna a la prohibición, ni padecido sus consecuencias como nosotros. Por ello, nadie como México tiene la autoridad moral para cuestionar ese modelo y promover su transformación. La semana pasada, México Unido Contra la Delincuencia, junto a CIDE, Tecnológico de Monterrey, Nexos y Di Sí Al Debate realizaron un foro para evaluar la estrategia de prohibición de las drogas a 100 años de su instauración. Reconocidos analistas nacionales y extranjeros evaluaron a detalle la política mundial contra las drogas. La síntesis del Foro puede leerse en http://mucd.org.mx. Las conclusiones principales son: 1) que la lucha contra las drogas debe ser atendida como un problema de salud pública y 2) que su legalización debe hacerse aunque sea paulatinamente para reducir las ganancias de los cárteles y reorientar las prioridades del estado.

 

Hasta ahora, este gobierno ha insistido tercamente en mantener firme la estrategia prohibicionista y en descartar la utilidad de la legalización. Sin embargo, reconsiderar su posición puede ser su oportunidad dorada para darle una razón de ser a la guerra y a sus muertos.

 

Las condiciones para dejar sus politiquerías y tomar una posición internacional seria entorno a la prohibición son inmejorables. Calderón ya se va, no tiene nada que perder. Exigió reflexiones serias entorno al tema y se las dieron. Tiene un valioso capital político en el extranjero: Lidera al G20 y el mundo reconoce su valor para hacer la guerra. En casa, exigimos una respuesta distinta al binomio tradicional “era la guerra o el pacto con el narco”.

 

Además, la apertura hacia la legalización ya está en el ambiente, varios países se han pronunciado, solo necesitan un líder que construya el frente común ante la ONU y EUA.

 

Calderón tiene la legitimidad, los muertos y el acceso a los líderes mundiales. Le sobran elementos para demostrar que ni con toda la fuerza del estado y ni con voluntad política, la prohibición funciona.

 

Calderón puede aprovechar su capital político para redireccionar la estrategia prohibicionista internacional que genera hasta 260,000 homicidios al año en el mundo. Su impacto sería muy superior al de sus alardes ecologistas. Servirá también para justificar la sangre derramada…. Total, es de sabios cambiar de opinión.

 

@cullenaa | Fb: La caja de espejos