Si finalmente Andrés Manuel López Obrador levanta en las encuestas y se convierte en un contendiente serio y con posibilidades de ganar la Presidencia de la República en julio, habrá que echar la mirada atrás y recordar el apoyo que le ofreció hace unos días Cuauhtémoc Cárdenas. No son pocos quienes piensan que, de haberse dado esa circunstancia hace seis años, López Obrador estaría hoy terminando su gestión en lugar de buscar la Presidencia.

 

 

Esta nueva cara del Peje, amparada bajo el rubro general de la República Amorosa, ha presentado cambios no sólo en su discurso, sino en los hechos. Está, pues, dejando de lado su tradicional arrogancia, y aceptando que en 2006 se cometieron errores que lo llevaron a la derrota, uno de los cuales fue el distanciamiento con, quiérase o no, la figura más emblemática y representativa de la izquierda mexicana, que es el ingeniero Cárdenas.

 

 

No debe haber sido fácil para Andrés. Tuvo que avalar un discurso del ingeniero que lo compromete en público a seguir varias líneas políticas que no son necesariamente de su agrado ni de su programa de gobierno, y que fueron, hace seis años, el obstáculo principal para un entendimiento.

 

 

Pero Cárdenas dice, y con razón, que se debe recuperar “la cohesión de las fuerzas progresistas” para sentar las bases de “Un México para Todos”, frase que, según Gustavo Madero, presidente del PAN, fue sumariamente fusilada por el ingeniero de un eslogan panista. Es lo de menos. Lo de más es el contenido del documento, que aunque en algunos pasajes plantea objetivos inalcanzables, por lo menos a corto plazo como la reforma migratoria en Estados Unidos, que por más que nos afecte no depende de nosotros, sienta las bases de un gobierno de izquierda pragmática y equilibrada.

 

 

La diferencia es, claro, que hace seis años a estas alturas, López Obrador llevaba una considerable ventaja en las preferencias electorales, según todas las encuestas. Hoy está del otro lado. La batalla ahora es cuesta arriba, y a todas luces más difícil.

 

 

Con todo, Andrés Manuel se olvidó hasta el momento de la soberbia que lo llevó al abismo, y ha estado construyendo. Esta vez, no habrá una sola casilla sin representación de la izquierda. Esta vez no hay, por lo menos hasta el momento, el discurso beligerante y de confrontación de hace seis años que validó la impresión en muchos votantes de que era un “peligro para México”. Esta vez propone una visión mística, romántica y hasta algo cursi, pero es una visión pacífica.

 

 

López Obrador tiene dos grandes retos en puerta: el primero será Josefina Vázquez Mota, quien presenta circunstancias inéditas como adversaria política. Si logra López Obrador colocarse en un claro segundo lugar, podrá, allá por junio, dar la otra gran batalla contra Enrique Peña Nieto. Pero si entre Josefina y Andrés pelean el voto de oposición contra el priista, inevitablemente el PRI estará de vuelta en Los Pinos:

 

Tuits

@kraken Este 14 de febrero lúcete y llévala a cenar unos taquitos de arroz con huevo.

 

@TelevisaLondres Se estima que en GB una de cada 36 monedas de una libra es falsa. Es decir, hay 43 millones de ellas circulando.

 

@RoyCampos Hace 17 años nació nuestra Consulta Mitofsky; gracias a miles de clientes pero sobre todo x millones de respuestas a nuestras encuestas.

 

@jorgeberry