Hace 12 años, cuando los enloquecidos fans de Star Wars comenzaron a hacer largas filas afuera de los cines buscando ser los primeros en entrar al estreno de Episodio I, varios reporteros les hacían una pregunta fundamental: ¿Qué pasa si la película es mala?

 

“Es imposible que sea mala, es Star Wars… imposible que no sea fantástica” respondían con suma autoridad aquellos adolescentes que habían abandonado todo: trabajo, novia, estudios, con tal de formarse semanas, incluso meses, afuera del cine.

 

Parecía imposible pero sucedió: Episiodio I es, por mucho, la peor película de la saga. La cinta, que en resumidas cuentas narra cómo es que los talentos y habilidades especiales del dulce niño-esclavo Anakin Skywalker son descubiertos por un par de Jedi’s que ven en el chamaco al próximo mesías (el que “traerá balance a la fuerza”), resulta por demás aburrida, con diálogos insufribles y actuaciones planas.

 

Lo poco rescatable de Episodio I es la actuación de Liam Neeson como el maestro Qui-Gon; único integrante del reparto que realmente se toma en serio su papel; los demás, desde Ewan McGregor (el mítico Obi-Wan Kenobi), hasta Natalie Portman (la princesa Amidala, futura esposa de Anakin-Darth Vader) recitan sin mayor ánimo los diálogos de un Lucas que demuestra su ínfima capacidad como escritor con frases como la que le receta el niño Anakin hacia la bella Padme cuando se ven por primera vez: “¿Acaso eres un ángel?”; vamos George, ¿qué niño habla así?

 

Y ya ni qué decir de “Jar-Jar Binks”, aquella abominación digital cuyas gracejadas (chistes escatológicos en su mayoría) eran desesperantes pero que George insistió en mantener por dos razones: hacer más llamativa la saga para los niños (potenciales consumidores de juguetes) y demostrarle al mundo que los actores de carne y hueso ya eran prescindibles.

 

Con todo, lo anterior puede ser el único gran mérito de esta película. Se le podrá acusar de todo a Lucas, menos de no ser visionario; mal que bien, fue el primero en experimentar con un personaje completamente digital conviviendo con actores humanos. Han pasado doce años y el cine ha sabido evolucionar de entes tan nefastos como “Jar-Jar Binks” a verdaderos prodigios dignos de un Oscar como el simio César de Rise of the Planet of the Apes. Lucas tiene gran mérito en ello.

 

El día de hoy se estrena de nuevo Episodio I: La amenaza Fantasma pero, como dirían las abuelitas, la mona aunque se vista de 3D, mona se queda. Episodio 1 ahora es tres dimensiones más mala; la conversión al 3D, aunque correcta, no sólo no aporta nada sino que tampoco resulta emocionante. Lucas no se molestó (y miren que en eso se pinta sólo) en modificar escenas para hacerlas un poco más llamativas en 3D.

 

Quienes acudan a este re-estreno deberían de hacerlo por mera nostalgia, o tal vez por aquella batalla de cinco minutos entre Obi-Wan y Darth Maul, único momento realmente épico de una saga que nunca estuvo al nivel de la original.

 

Que la fuerza esté con ustedes.

 

 

Episode I: The Phantom Menace in 3D (Dir. George Lucas, 1999)

1 de 5 estrellas.

Dirección y Guión: George Lucas. Producción: Rick McCallum. Fotografía: David Tattersal. Con: Liam Neeson, Ewan McGregor, Natalie Portman, entre otros.

 

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