El virtual candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, evidenció este fin de semana que no tiene un control absoluto de su partido. El mexiquense no pudo procesar el fin de semana varias rebeliones anunciadas en el priismo de los estados, que terminó por imponerse y obligó a Peña a romper su alianza con Elba Esther Gordillo, y lo mostró vulnerable ante las presiones de grupos internos.

 

El caso de Sinaloa, donde dos jefes políticos como Juan Millán y Francisco Labastida se unieron para oponerse a la designación de Fernando González, al grado de amenazar con una ruptura del priismo local con el PRI nacional, provocaron el enojo de Elba Esther Gordillo que, molesta por la incapacidad de Peña de cumplir los acuerdos que él mismo hizo a través de su operador Luis Vidagaray y del ex dirigente priista, Humberto Moreira, se retiró de la alianza con el PRI y el PVEM.

 

Puebla, Chiapas, Tabasco, Morelos y Quintana Roo –donde se confirmó la candidatura del polémico “niño verde”, Jorge Emilio González—fueron otros estados donde el priismo terminó dividido y con fracturas internas y externas que incidirán en la votación para el candidato priista. Pero ¿gana o pierde Peña al romperse sus compromisos y alianza con Elba Esther?

 

Podría decirse que pierde ganando o gana perdiendo, porque por un lado el abanderado del PRI logra deshacer las amenazas de ruptura de priistas locales y privilegia la unidad de su partido, aunque al mismo tiempo los grupos internos lo perciben débil y vulnerable y eso, en vísperas de la definición de las listas de mayoría para la Cámara de Diputados, además de las plurinominales a San Lázaro, podría restarle margen de maniobra al candidato y hacer que gobernadores y caciques priistas en los estados avanzaran en la definición de las candidaturas.

 

Al deshacerse de Elba Esther por un lado Peña gana porque ya no tiene como aliada a una figura polémica en términos de opinión pública –cosa que por lo demás no le había importado mucho cuando la buscó, la cortejó y la convenció de ir en alianza al 2012— y puede cerrar un flanco de críticas.

 

Sin embargo también pierde la capacidad operativa y electoral del magisterio que era uno de sus cálculos al buscarlos, sobre todo pensando en contrarrestar la movilización gubernamental que se podría dar a favor del PAN y la cobertura estratégica y confiable del 100% de las casillas el día de la elección.

 

El problema para Peña sería si, resentida por el incumplimiento del priista, Gordillo no busca o la buscan para un reacercamiento con Calderón y el PAN que no sería ya en términos de una alianza formal, pero sí de una alianza subrepticia o de facto, que, con la conocida operación política de Elba podría afectar la campaña del mexiquense, sobre todo con algunos gobernadores que no son totalmente leales al candidato del PRI.

 

Ese es el peligro que puede representar Elba Esther como enemiga o con los resentimientos que pudo dejar el abrupto rompimiento del PRI y el incumplimiento de Peña Nieto. Por lo demás, aunque se deshizo de la lideresa magisterial, el candidato del PRI sigue teniendo otro lastre como aliado en la figura del PVEM, a cuyo ¨lider moral¨, Jorge Emilio González hará candidato al Senado aún en contra del priismo quintanarroense.

 

Así que al final el saldo para Peña Nieto, tras este fin de semana turbulento en el PRI no es precisamente positivo. Se mostró débil y vulnerable ante las presiones de grupos locales y todavía le quedan muchas candidaturas por definir.

 

NOTAS INDISCRETAS… Hoy en el Palacio del Ayuntamiento Marcelo Ebrard recibe en privado a Alejandra Barrales. Se dice que de ahí saldrá la diputada a emitir un pronunciamiento con el que pueden pasar dos cosas: o se disciplina y acepta las encuestas, lo que significaría que negoció con Marcelo, o insiste en descalificar el proceso. Y ahí la cosa se pone interesante porque a Barrales ya la buscaron mensajeros del PRI y del PAN ¿Evitará Marcelo la ruptura?… Los dados arrancan con Escalera. La semana promete.

 

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