Sin duda alguna el cierre de 2011 y el comienzo de un nuevo año fueron y son garantes de grandes sorpresas y expectativas, no sólo por el proceso electoral que se avecina, también por temas relacionados con la seguridad, la incertidumbre económica, la variabilidad climática, el medio ambiente y demás asuntos de los cuales cada uno de los ciudadanos seremos testigos.

 

Una sorpresa para muchos fue el anuncio de las autoridades correspondientes respecto al cierre definitivo del relleno sanitario Bordo Poniente, noticia que trae notables consecuencias para este año que inicia.

 

Pero ¿porqué un problema anunciado causa tanta sorpresa?

 

Quizá nadie se esperaba que desde el 25 de diciembre del año pasado aparecieran “cerros” de residuos apostados en las calles de la ciudad y que éstos se hicieran presentes recurrentemente hasta enero de 2012. Ha causado tanta expectativa esta situación –y no la minimizo porque sí es un tema- que por fin se están poniendo de acuerdo las autoridades respecto a dónde se depositarán las toneladas de basura que generamos, o los problemas sociales que acarreará este escenario, aludiendo a la inconformidad de vecinos del municipio mexiquense de Ixtapaluca, en el Estado de México, quienes bloquearon la carretera México-Puebla, cerca del kilómetro 35, con el fin de impedir el paso de tráileres que trasladan residuos del Distrito Federal hacia la mina “El Milagro”.

 

El sentido común me obliga a cuestionarme respecto a la responsabilidad del ciudadano promedio. ¿Alguien se ha preguntado respecto a la génesis de los montones de residuos, los cuáles no aparecen por generación espontánea?, ¿alguien ha solicitado enérgicamente la obligación de minimizar y separar los residuos por parte de la sociedad civil?

 

Nadie busca librar de responsabilidades a los gobiernos local y federal respecto a la recolección, manejo y disposición final de los residuos; sin embargo, cada uno de los ciudadano s(quienes también generamos residuos) debemos hacer lo propio.

 

Un panorama diferente tendríamos si existiera una mínima conciencia respecto al problema y la cultura del “úsese y tírese”. Por supuesto, es más fácil y más cómodo comprar, usar y tirar, pero los desechos (llámese desechables, aparatos electrónicos, botellas de agua, envolturas de regalo, pilas y demás objetos) que día a día generamos, no desaparecen del planeta por el hecho de “esfumarse” de nuestra vista.

 

Por otra parte, un residuo no separado pierde valor, pues al mezclarse con otros desechos no sólo se “ensucia”, sino que se debe invertir en mano de obra para ubicar el papel con el papel, o el vidrio con el vidrio, el aluminio con el aluminio, etc.

 

Alguien atinadamente decía: “El mejor residuo es el que no se genera”.

 

No generar residuos es el resultado de la toma de conciencia ambiental que lleve a la acción. Decidir minimizar el consumo, sin que esto signifique limitar la satisfacción de una necesidad. Por ejemplo, se debe ingerir aproximadamente y dependiendo de la actividad física un promedio de 1.4 litros de agua al día, si para satisfacer esta necesidad se tuviese que comprar una botella de agua diaria (con un costo mayor casi 10 veces al precio real) estaríamos hablando que una sola persona generaría a la semana siete desechos, al mes 28 y si esto lo multiplicamos por millones de personas, podemos entender  porqué se generan en México aproximadamente nueve mil toneladas de botellas de agua al año (según datos del Gobierno Federal).

 

Otra opción sería comprar una botella de aluminio o plástico más resistente y rellenarla, así se minimizaría el consumo y por ende estar lidiando con la pregunta ¿a dónde llevaremos tantos residuos”.

 

*Coordinador académico de la carrera de Ingeniería en Desarrollo Sustentable ITESM Ciudad de México