En medio de las historias personales de superación y éxito, que venturosamente las habrá por millones en este 2011, en el panorama general, como país y como sociedad, el año que termina tiene demasiados claroscuros, con más tendencia a la negrura del dolor, la muerte y la violencia.

 

Nadie puede negar que en el ciclo que termina tuvimos cosas positivas y que a pesar de las adversidades crecimos como nación, que el trabajo de todos siguió produciendo y hubo indicadores que reflejaron crecimiento. Pero tampoco nadie que valore la vida humana podrá negar que éste fue un pasaje negro para muchos mexicanos que padecieron miedo y violencia este 2011, que se va con las cifras de haber alcanzado casi 12 mil muertos en este año para un total macabro y vergonzoso del que ya no hay cuenta oficial pero que en los últimos recuentos se ubica hasta en 60 mil muertos en los cinco años de la guerra calderonista contra el narcotráfico, según el semanario Zeta.

 

Y ese es el mayor drama social que nos deja este 2011: más de 60 mil muertos, vidas humanas, mexicanos -jóvenes en su mayoría- que no sabemos bien a bien por qué murieron; el lugar común y el argumento oficial dice que la mayoría de esa personas muertas o asesinadas con violencia “andaban en malos pasos”, según la vox populi, o “eran presuntos delincuentes”, según el gobierno. ¿Y por eso merecían morir de esa manera? ¿Descuartizados, degollados, mutilados, violados, ejecutados?

 

Suponiendo, sin conceder, que muchos de esos seres humanos asesinados fueran delincuentes, ¿no en un país de leyes debieron haber sido detenidos, acusados y luego juzgados y sentenciados? Sólo en un país de barbarie, donde la ley la imponen las armas. La violencia podría justificar que mueran 60 mil personas y no pase nada y todo siga igual y sigan muriendo cada día más personas. ¿En eso nos hemos convertido?

 

Lo más duro de aceptar que nos deja el año que termina es que nos hemos vuelto insensibles ante la violencia más cruel y cruda. Como sociedad y a veces como individuos ya no reaccionamos ante la pérdida de la vida humana, ante la barbarie y la violencia. A fuerza de oír todos los días que aparecieron cuerpos mutilados, jovencitas violadas y descabezadas, niños balanceados con todo y su familia, cuerpos quemados o masacrados y tirados en la vía pública, los mexicanos nos hemos acostumbrado a la violencia y la crueldad como algo cotidiano.

 

En el México de hoy en día los adultos ya no se sorprenden porque aparezcan 200 cuerpos en una fosa clandestina con huellas de tortura y los niños, lamentablemente, está creciendo con esos estándares de violencia y se acostumbran a verlo como algo normal. No hay respuesta social y tampoco individual ante tanta violencia; esperamos quizás que termine el gobierno que desató este monstruo para ver si esto termina con él o se controla, pero mientras los miles de cuerpos apilados en cementerios, tirados en las calles o sepultados en fosas clandestinas parecen no importarle a nadie.

 

Apenas un puñado de mexicanos decidieron llevar su demanda ante una corte internacional con muy pocas posibilidades, dicen los expertos, de que prospere; pero aquí en el país que se desangra poco a poco con tanta violencia, donde sus jóvenes se mueren tirados en a calle tras haber hallado en el crimen la única puerta de salida, no pasa nada y nos preparamos para festejar la Navidad abarrotando las tiendas y apresurando así la despedida de este 2011 que se lleve todo lo malo y nos deje solo los buenos recuerdos.

 

Hasta el próximo año, saludos y felicidades a todos los lectores!

 

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