Ellos no arriesgaron la vida al cruzar el Río Bravo, ni fueron en la búsqueda del sueño americano en un afán de llevar un bocado de comida a sus casas, tampoco esperaron días a que pasara el tren llamado la bestia que los llevaría a la frontera. Simple y sencillamente se fueron de México con pasaporte en mano, en avión y con todas las de la ley.

 

Se trata de empresarios y activistas que se consideran perseguidos políticos, estudiantes que salen con la idea de no regresar y mujeres que tienen la esperanza de encontrar en el extranjero al amor de su vida.

 

Datos del INEGI revelan que al segundo trimestre de 2011 emigraron al extranjero de manera legal 18 personas por cada 10 mil habitantes, lo que significa el doble que durante todo 2010 que fue de nueve personas por cada 10 mil habitantes.

 

Tan sólo Estados Unidos registró a noviembre cinco mil solicitudes de asilo político para empresarios y activistas mexicanos, mientras que hace cinco años en el mismo lapso tenía sólo 500 solicitudes.

 

Los estados de Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila han visto como huyen los propietarios de pequeños negocios con sus familias y capitales para abrir negocios en ciudades estadounidenses como El Paso, Dallas, Houston y San Antonio, en Estados Unidos.

 

“Un punto nuevo en esta migración es el tema de los medianos empresarios o líderes sociales que están pidiendo asilo político en otros países pues las condiciones de seguridad y económicas ya no les permite seguir aquí, donde enfrenta el riesgo de ser secuestrados y de que parte de sus ganancias se vaya en pagar protección para ellos y sus familias.

 

“Yo pondría énfasis en el caso de los empresarios, pues se trata de personas con pequeños o medianos negocios que no pueden apegarse al esquema de visas empresariales porque necesitan comprobar montos de inversión muy altos y están optando por manifestarse como refugiados”, observa Adolfo Laborde, experto en migración y director de la carrera en Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey, campus Santa Fe.

 

Fabiola Rodríguez es asistente dental que vive en Brawley, California, pero también es microempresaria: en su tiempo libre organiza banquetes y atiende un puesto de burritos en la feria local.

 

“Aquí me siento con la libertad de hacer mis negocios. En México la inseguridad, la delincuencia y la falta de civismo cada día son peores y la situación no parece que mejorará, mis hijos comienzan a hacer su vida en este país que es el que conocen”, dice con nostalgia.

 

¿Por qué te vas?

En el caso de los estudiantes, la cifra de los que se quedan a trabajar en el extranjero después de estudiar algún posgrado aumentó 153% en la última década.

 

Marcela Quezada, de 29 años, se fue de México hace tres años. La vida no era fácil para ella, después de haber estudiado enfermería en Estados Unidos regresó a su país a ejercer, pero no le hicieron válido su certificado de estudios.

 

“Se nos hacía mucho trabajo y batallar por muy pocas recompensas. También la inseguridad y la corrupción de los policías fueron frustrantes. La policía se metió una vez a nuestro hogar, y se robaron varias cosas. No quiero vivir así. No nos sentíamos seguros”, dice desde Vancouver, en Canadá.

En Canadá tiene un trabajo estable y ya analiza la opción de estudiar una especialidad en ese país.

 

Actualmente, El Instituto de los Mexicanos en el Extranjero tiene un registro de 11 millones 649 mil 991 connacionales que viven fuera del país. Con la excepción de EU, la mayoría de los mexicanos que radica en el resto del mundo son mujeres casadas con extranjeros o profesionistas con un alto nivel de preparación.

 

Al segundo trimestre de este año, de los mexicanos que vivían en el extranjero sólo 21 de cada 10 mil volvieron al país a residir. Es la tasa de inmigración más baja de los últimos cinco años, reportó INEGI.