A quienes aspiren a la presidencia de la República hay que evaluarlos por sus resultados en la actuación pública, no por sus promesas para el futuro. El país ya no tiene tiempo para eso.

 

Uno de los que aspira a la candidatura presidencial por el PAN es Ernesto Cordero Arroyo, ex secretario de Hacienda, de Desarrollo Social, y amigo personal del presidente Calderón. Un hombre afable, sencillo y con don de gentes.

 

Debo reconocer que Cordero fue uno de los pocos funcionarios públicos de alto nivel del actual gobierno con un trato siempre accesible y dispuesto a entablar un diálogo respetuoso con la prensa. Un buen hombre.

 

Pero eso no basta para convencer a los electores –más allá de los panistas- de que él debe ser el elegido para ocupar la presidencia de la República. Para eso se necesitan resultados convincentes sobre su actuación pública y en ese terreno Cordero no tiene ni las credenciales, ni el empaque suficiente para alcanzarlo.

 

Su corta carrera política se limita a una fugaz titularidad en dos secretarías de estado, en poco más de 3 años y medio entre 2008 y 2011, bajo el auspicio del presidente Calderón, con resultados poco convincentes. No sobra decir que difícilmente se puede evaluar a alguien en tanto solo un año y 11 meses al frente de Desarrollo Social y un año y 9 meses al frente de la secretaría Hacienda.

 

De cualquier manera su corto paso por Sedesol no ofrece resultados como para presumirlos en una contienda electoral especialmente en el terreno del combate a la pobreza que es la principal asignatura de esa dependencia. De acuerdo al Panorama Social de América Latina 2009 que publica la CEPAL el porcentaje de pobres en México creció 3.1 puntos porcentuales entre 2006 y 2008 previo al estallido de la crisis global y ya con Cordero como responsable de la dependencia en este último año, siendo México el país con el peor comportamiento de América Latina.

 

Lo mismo ocurrió durante la crisis global. Entre 2009 –último año de gestión de Cordero al frente de Sedesol- y 2010 la pobreza general en el país creció de 44.5% a 46.2% de la población según el Coneval. Muy poco o nada se puede decir en defensa de la política de combate a la pobreza con cifras como éstas en una elección tan disputada como la que se avecina.

 

Al frente de Hacienda el mayor mérito de Cordero fue haberle dado continuidad a las acciones emprendidos por su antecesor Agustín Carstens para enfrentar la crisis global y que tantas críticas le acarreó al ahora gobernador del banco central.

 

La urgente reforma hacendaria de gran calado nunca llegó y los pretendidos méritos se limitaron a la negociación legislativa de los presupuestos públicos para 2010 y 2011 que se aprobaron sin mayores contratiempos, en buena medida porque estos proyectos presupuestales y de ingresos fiscales ‘nadaron de a muertito’.

 

No hay más qué mostrar de Ernesto Cordero en su currículum político y de funcionario público y ahora en su faceta de precandidato presidencial por el PAN.

 

Hoy el país requiere de mucho más y no tiene tiempo qué perder. Más allá de lo que digan los consejeros panistas simpatizantes, el Presidente y sus asesores en Los Pinos y los pocos –por las encuestas- que simpatizan con él, Ernesto Cordero está lejos, muy lejos de ser un candidato de peso a unas cuantas semanas de que inicie formalmente la carrera presidencial.

 

@arena_publica | samuelgarcia2010@hotmail.com