chris abani

Foto: Filemón Alonso-Miranda

 

Chris Abani (Nigeria, 1966) llega por primera vez a la ciudad de México en medio de las noticias periodísticas divulgadas en el extranjero donde se menciona que el país se encuentra en medio de una batalla entre organizaciones criminales y el gobierno que ha dejado alrededor de 60 mil muertos en los últimos cinco años. Sin embargo, no es un ambiente que desconozca pues en su juventud vivió la  guerra y los golpes de Estado, lo cual ha describió en “Masters of the Board” a los 16 años y lo llevó a la cárcel pues las autoridades consideraron que su libro era un mapa político para provocar el derrocamiento del régimen.

 

En una mezcla de inglés de Londres y de California, dice que le gusta la metrópolis donde escribió Juan Rulfo y que uno de sus objetivos es recorrer la urbe con un método en específico: “Vengo de una cultura donde los muertos no están muertos, los llevamos todo el tiempo con nosotros; por eso mi caminata por la ciudad de México sería bajo llevando a los miles de muertos por la narcoviolencia para que tratar de ver lo que ellos quieren ver, lo que quieren sentir. Como son miles haría este ejercicio con sólo uno de ellos, como una metonimia. Es así como quiero conocer al Distrito Federal”.

 

Tras la publicación de “Masters of the Board y a su participación en el teatro guerrillero sufrió persecución política durante varios años, y fue incluso torturado en las prisiones de Kiri Kiri y Kalakuta. En 1991 fue liberado, emigró a Londres y después a Los Ángeles en 1999. Su obra narrativa incluye  The Virgin of Flames (2007), Becoming Abigail (2006) y Graceland (2004). Ha sido ganador de premios como el PEN en dos ocasiones, el premio Prince Claus y la beca Guggenheim. Actualmente es profesor en la Universidad de California, Riverside.

 

-¿Cómo experimentas la vida urbana luego de que pasaste seis meses prisionero sin hablar con nadie en la cárcel de Kalakuta?

-Me queda muy claro, ahora que no hay nadie completamente libre. El peor encierro no es estar dentro de seis muros, sino el de la ilusión de la libertad. Un regalo que me dio estar tantos años en la cárcel es aprender a ver las cosas no con el filtro de mi conciencia sino ver lo que está allí, de forma simultánea y sin juzgar.  Lo que hago es absorver todo.

 

-¿Cuál es la enseñanza que te dejó la cárcel?

– Cuando me metieron a la cárcel por primera vez tenía 18 años y me recluyeron en un penal de máxima seguridad;  todo lo que yo sabía, mi manera de acercarme al mundo, me falló pues me encontraba rodeado de puros delincuentes. Tuve que aprender un nuevo lenguaje, pero éste, paradójicamente, me lo dieron reclusos: gente sin ningún privilegio. Eso fue lo que me llevó a convertirme en un activista político a través de la escritura que ayuda a transformar el mundo. Estoy convencido de que la no violencia debe ganar siempre.

 

-¿Con tus poemas y narraciones te has curado del dolor de la guerra, la tortura y el encierro o prolongas, a través de la escritura la experiencia de la pesadilla?

-Depende de cómo entendemos “curar”. En la medicina moderna lo entendemos como borrar las heridas, en cambio en el pensamiento más tradicional curarse no significa borrar la herida completamente sino a vivir con ella y transformarte.

 

-¿Qué arte surge de la persecución y del sufrimiento?

-Surge el verdadero arte. Eso es lo que hacía Goya y Picasso, pero de cierta manera es lo que hace la Biblia constantemente:  todos los textos empiezan en un contexto de dolor, aunque terminan transformándolo. Para llegar a lo sublime tenemos que pasar lo grotesco. Cuando a los 17 años comencé a realizar con unos amigos el teatro guerrillero en la vía pública invitábamos a los transeúntes a participar con la idea era que los hiciéramos actuar la revolución, teniendo como base que si primero la actuaban luego la llevarían a su vida.  Todo lo que nos puede transformar, es el arte. El arte es la mejor experiencia de la agenda política que me gusta representar.

 

 

Nota: “Canción para la noche” será presentado esta noche a las 19:30 horas en la Casa Hankili África (Calle República de Cuba 41-43, Col. Centro Histórico) por el autor y el Dr Koulsi Lamko y  Eri Camara.

 

filemon.alonso@24-horas.mx

@urbanitas