Se llama Frank Darabont y ha creado, posteriormente a  la resurrección del género vampírico convertido en un pretexto para orgías sangrientas mezcladas con romanticismo adolescente, el nuevo fenómeno de la televisión en los Estados Unidos con el lógico éxito de exportación en las colonias americanas como México.

 

La caja idiota  enloquece a millones con muertos “vivientes” a quienes sólo se destruye partiéndoles la cabeza o con una bomba atómica o un lanzallamas o los servicios del “pozolero” del Teo.

 

El actor principal se llama Andrew Lincoln y sin embargo ya hay quienes buscan un espacio en el elenco para Humberto Moreira, aunque  dadas sus condiciones coreográficas mejor se vería en un remix de Thriller del finado Michael Jackson a quien en la danza, HM deja pequeño, pero muy  pequeño.

 

Tan pequeño como a él lo han dejado los dos aspirantes a la candidatura presidencial por el Partido Revolucionario Institucional. Tanto Manlio Fabio Beltrones (por orden alfabético) como Enrique Peña Nieto lo han abandonado a sus propios recursos; o sea lo han abandonado. Punto.

 

La sola mención del tema de su renuncia o su permanencia voluntaria, ya es hablar de lo primero, pues si no existiera tal riesgo y se viviera en la normal firmeza de un cargo cuyo plazo formal es de cuatro años, no andaríamos en el sainete de decir, bueno, pues él sabe, es cosa suya; el Partido lo decidió así pero lo demás no nos corresponde.

 

En fin, evasivas de cortesía cuando todos saben cómo va Moreira por el mundo: un cadáver ambulante cuya permanencia contamina un proceso de enorme importancia para el PRI. Quizá el ´último llamado a la puerta de sus posibilidades.

 

En el equipo de Enrique Peña se repite sotto voce una frase definitiva y definitoria: “No debe cargar el candidato al presidente; el presidente debe cargar al candidato”, dicho todo esto como si se tratara de la imagen de San Cristóbal con el Niño Jesús en la espalda a mitad de un caudaloso río.

 

Pero el caso Moreira tiene muchos beneficiarios fuera del PRI. Especialmente quienes han atizado las campañas mediáticas para exhibir el desmadre.

 

Y como suele suceder en este tipo de asuntos en ascenso: ya se escuchó la voz del presidente de la República, Felipe Calderón, quien desde el extranjero (las giras internacionales sirven para detonar por control remoto cargas explosivas colocadas antes del viaje) tras más de un mes de presentadas las denuncias en la PGR (por Ernesto Cordero, casualmente) a causa del indebido (y hasta ilegal) manejo de los documentos para contratar la cuantiosa deuda coahuilense, anuncia toda la fuerza de la justicia.

 

Promete el presidente una Procuraduría fuerte, firme, sin titubeos, sin extralimitarse ni inhibirse por razones políticas en casos como ese (sin mencionarlo por su nombre) en el cual se distorsionó el manejo de la deuda, forma muy educada y eufemística de anunciarle al muerto ambulante cómo le quieren cortar la testa no por razones de justicia sino para minar el edificio completo del PRI.

 

“… en la medida en que haya evidencias, que conforme a la ley sean “judiciadizables”, el deber del gobierno y de la Procuraduría General de la República es actuar conforme a esas evidencias (como en el michoacanazo), sin extralimitarse por razones políticas, ni tampoco inhibirse por razones políticas, sino simple y sencillamente actuar conforme a la ley con todas sus consecuencias… yo no quiero anticiparme y calificar de corrupción, desde el soborno para modificar un uso de suelo sino también en actos que provocan distorsiones serias como establecer el monto de una deuda que está muy lejana de los montos reales que se adquieren”,

“…creo que es derecho de los ciudadanos conocer (todo) con toda transparencia y que (es) el mayor reto contra la corrupción en el país. A mí no me queda duda que tiene que darse a nivel estatal. Nos ha costado mucho trabajo pero hoy por hoy a nivel federal  en México se ejerce una de las prácticas de mayor transparencia en el mundo”.

 

Como se ve esta línea del discurso presidencial tiene una finalidad estrictamente política. Y en estos tiempos toda política es electoral. O al menos electorera: exhibir la corrupción en los gobiernos estatales como causante de las circunstancias nacionales frente a las cuales el gobierno federal es un redentor saboteado.

 

La otra línea, el otro brazo de la pinza, fue señalar a los gobernadores (casi todos priistas, casualmente) por la inseguridad nacional. Eso ocurrió durante la reunión del imaginario Consejo Nacional de Seguridad Pública* en el cual, se descubrió el hilo negro: queremos terminar por donde debimos comenzar: la evaluación, depuración y mejoramiento de las policías locales. Vaya, el agua tibia.

 

“Seamos francos –les dijo FCH–; no existen cuerpos policiacos confiables en las entidades de la República, no en todas. Ese es el problema de la seguridad en México, esa es la prioridad número uno.“Segundo. Construir cuerpos confiables, empezando por los policíacos, todavía falta hablar de Ministerios Públicos, judiciales. En fin. De policía nada más.

 

“Sí implica un verdadero cambio de paradigma en la Administración Pública y en la seguridad pública. No hay posibilidad de reducir los índices de criminalidad en México si no hay policía confiable. Vean los estados cómo están… Es fundamental que todos los estados sin excepción, cuenten con un Centro de Evaluación y Control de Confianza… En los últimos años se han multiplicado los recursos, para 2012 se tiene contemplado, en el Paquete Presupuestal transferir más de siete mil 300 millones de pesos, a través del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública, además de cuatro mil 450 millones para los municipios, a través del SUBSEMUN”.

 

Y en esa afirmación uno escucha el reproche de la familia cuando el irresponsable marido llega briago: mira nomás como vienes, ¿dónde dejaste la quincena?

 

Y los senadores y los diputados del PRI ponen como es debido y lógico y necesario (para ellos) el grito en el cielo: la guerra del lodo ha comenzado, dicen. Pero están equivocados, no ha comenzado, ha seguido en todo su opaco esplendor.

 

En estas condiciones resulta imposible olvidar las primeras palabras de Ernesto Cordero cuando anunció por la TV su intención de contender por la candidatura panista: combatir al PRI mediante la exhibición de su falsa novedad y su condición de macaco sin posibilidad de aprendizaje: todo contra los autoritarios como Ulises Ruiz, los inmorales como Mario Marín y los irresponsables como Humberto Moreira.

 

Por eso la denuncia contra Moreira en la PGR, cuya actuación no tendrá ni extralimitaciones ni inhibiciones, según ha dicho el jefe de Marisela Morales, fue su último acto como secretario de Hacienda.

 

 

Desplegados

 

 

La legislación electoral le ha devuelto, quizá sin querer, su papel de preeminencia a los medios impresos. Como no se pueden comprar tiempos en la TV o la radio para expresar apoyos, solicitudes de chamba; solidaridad, respaldo, comprensión, aliento y demás expresiones de adhesión a una o a otra corriente, vemos cómo cada día aparecen nuevos desplegados de notoria oportunidad.

 

Desde el fallido manifiesto de los coalicionistas, pasando por los “intelectuales” en favor de Marcelo Ebrard y el más reciente al jefe MEC por sus buenos resultados en seguridad pública; apenas ayer se publicó una plana en pro de Andrés Manuel, casualmente cuando ya era inminente la encuesta de todas las madres o la madre de todas las encuestas, como usted quiera. En México la condición de intelectual no se debe a la generación de ideas sino al número de adhesiones firmadas. Vea usted:

 

“Quienes  buscamos un cambio no creemos que este sea posible mediante programas de gobierno confusos y difusa o peor aún mediante alianzas o coaliciones con quienes no quieren cambiar”, dicen… y por eso, en contra del “más-de-lo-mismo”; del gatopardista cambio sin transformación; se muestran promotores de Andrés Manuel.

 

 

Absurdo

 

 

En el país del absurdo tenemos una pieza excelente, de enorme calidad y bien conservada, en el museo de nuestros gatos con tres patas: el Protocolo de Seguridad firmado por la Secretaría de Gobernación y el gobierno de Michoacán. No importa si a los dos días les matan al alcalde de La Piedad. No.

 

Valen más las declaraciones posteriores. Dice el señor Francisco Blake Mora:

 

“Ya desde tiempo atrás enviamos estos protocolos, particularmente a los grupos de coordinación para que las zonas o municipios que tienen problemas de inseguridad puedan conocer de los guardias, de los alcaldes o de las personas que se dedican precisamente a cuidar de su seguridad”.

 

 

Esta columna se declara incompetente para entender muchas cosas pero por encima de todas ellas, este papasal del señor secretario. Plugo a Dios por si alguien me hace favor de explicármelo.

 

¿Cómo se le recita eso a la familia del muerto?

 

 

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* Y he dicho imaginario consejo no por su condición virtual sino por la inexistencia de su materia: la seguridad pública. Debería llamarse Consejo Nacional Contra la Inseguridad Pública. Si hubiera seguridad no lo necesitaríamos.