No existe.

 

Ni como testigo mudo en las negociaciones.

 

Porque el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, debe cargar solo con la responsabilidad de apagar el fuego encendido con seis años de promesas y traiciones.

 

He aquí la historia:

 

Cuando candidato, Gabino Cué Monteagudo tuvo como aliados y activistas importantes a los integrantes de la Sección 22 del SNTE.

 

A ellos y a los grupos residuales, disminuidos por el desgaste social y la intervención de corporaciones federales en octubre de 2006, de la APPO.

 

Como era uno de los suyos, podría decirse, los primeros años transcurrieron cual socios de una supuesta causa social de izquierda mientras disponían de decenas de miles de millones anuales del IEEPO, equivalente a una Secretaría de Educación.

 

La Federación debe salvar a Cué y Velasco

 

Pero vino la reforma educativa y las cosas cambiaron.

 

El 2 de abril de 2013, ya en vigor la nueva ley, el gobernador Gabino Cué Monteagudo habló de la tropicalización de la enseñanza, una declaración vista como guiño a la Sección 22.

 

-Nada cambiará –celebraron los capos de la CNTE.

 

Se equivocaron.

 

La instrumentación no avanzaba, y el 22 de julio de 2015, Cué celebró el arribo de la gendarmería y elementos de otras corporaciones federales para evitar desmanes con la recuperación del IEEPO y la instrucción elemental.

 

Sin los recursos del instituto ni el aparato desde el cual vendían plazas, las heredaban, cooptaban maestros, aseguraban ascensos y múltiples salarios en función de su asistencia a manifestaciones y no a clases, los líderes se sintieron traicionados.

 

El magisterio y otros grupos rebeldes, muchos de éstos radicalizados porque les quitaron millonarias partidas del Gobierno del estado, se enojaron y se salieron de control.

 

Desbordado, el gobierno de Cué Monteagudo le echó el problema al gobierno de Enrique Peña Nieto, el cual asimila todos los problemas sin tener causa.

 

Ahí está Ayotzinapa de prueba.

 

Para dar una idea de las dimensiones del conflicto actual, sirva un dato:

 

Cuando le explotó la rebelión a Ulises Ruiz, ésta se concentraba en la capital; hoy está en toda la entidad.

 

El conflicto en Chiapas es vil copia de Oaxaca

 

– Para intranquilidad del país, Chiapas marcha sobre la misma secuencia de Oaxaca.

 

Manuel Velasco creyó someter al magisterio, pero, cuando en alianza con otros grupos alzados le fue imposible, transfirió también el problema al Gobierno federal.

 

La ineptitud estatal, pues, escriturada a la federación.

 

– Está visto: entre los grandes derrotados en las elecciones pasadas figuran los encuestadores y los estrategas internacionales.

 

Extranjeros vendedores de espejitos a los cuales se acogieron candidatos de todos los partidos, pero incapaces de ver una realidad: la política se enfrenta al antisistema.

 

-Un electorado necesitado de proyectos y no nada más de propaganda, spots y guerra sucia –asegura la mexicana Giselle Pérez Blas, quien participó en la campaña del quintanarroense Carlos Joaquín.

 

Otro mexicano colaborador en esa cruzada exitosa fue Fernando Mora, quien tampoco se ha desprendido del gobernador electo.