Gustavo Madero es un hombre sin horizonte político a la vista.

 

El hombre que se enfrentó al entonces presidente Felipe Calderón y le arrancó el PAN.

 

El que destituyó al principal cuadro del calderonismo, Ernesto Cordero, como coordinador en el Senado para sustituirlo con Jorge Luis Preciado.

 

El que retó a toda la estructura de la derecha e hizo el partido de la derecha a su imagen y semejanza.

 

El que ideó la actual bancada panista para coordinarla y desde la Cámara de Diputados crear la plataforma de lanzamiento a la Presidencia.

 

El que se fue de la presidencia del PAN mientras elaboraba la lista de candidatos para enfrentar las elecciones intermedias de 2015.

 

El que marginó de la bancada panista a Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón y a quien muchos correligionarios ven como la mejor carta.

 

El que llevó a Ricardo Anaya a un interinato mientras él organizaba su futuro con supuesta independencia sin el poder del PAN.

 

El que luego hizo coordinador de la bancada de su organización a Ricardo Anaya en la Cámara de Diputados.

 

El que manejó la sucesión a su gusto por creer que Ricardo Anaya sería un hombre manejable, maleable a sus caprichos.

 
Él, Gustavo Enrique Madero Muñoz, ya no es un activo del PAN para sus propios objetivos.

 

Ricardo Anaya gana su autonomía

 

Ricardo Anaya no resultó un títere de Gustavo Madero.

 

Llegó a la presidencia con suficiente humildad pero dio golpes inesperados.

 

El primero fue designar al michoacano Marko Cortés en lugar de Gustavo Madero como coordinador de su bancada en la Cámara de Diputados en la naciente Legislatura.

 

A partir de ahí tomó solvencia.

 

Con esa autonomía pudo ratificar a Fernando Herrera en el Senado, donde los panistas se dieron golpes para posicionarse.

 

Tuvo influencia para ganar la presidencia del Senado y colocar a Roberto Gil, sin temor a enfrentar acusaciones de favorecer a un hombre cercano al ex mandatario Felipe Calderón.

 

Hoy, puede presumir Ricardo Anaya, es un presidente del PAN con poder para auscultar los posibles candidatos a gobernadores en los estados.

 

Ratificó a Jorge Luis Preciado en Colima porque le ve posibilidades de victoria, pero en otros estados no le faltará autoridad para hacer postulaciones soberanas.

 

Una de ellas será Chihuahua.

 

Desplazado de la coordinación del PAN y del protagonismo en San Lázaro, a Gustavo Madero le quedaba como recurso buscar la gubernatura de su estado natal, Chihuahua.

 

No será así.

 

No irá porque no tiene el respaldo de su dirigente nacional y porque, en tiempos de alianzas inminentes entre el PAN y el PRD, tampoco tiene el apoyo de los perredistas.

 

Es, pues, el ocaso de Gustavo Madero.

 

O el nacimiento de un liderazgo fuerte de Ricardo Anaya, a quien lo espera el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, para decidir la candidatura presidencial panista en 2018.

 

El PAN pone orden entre panistas

 

1.- La cúpula azul ha llamado a los aspirantes a gobernadores en varios estados para exigirles llegar a un acuerdo y no ser obstáculo.

 

El turno de ayer y hoy es de Tamaulipas, donde Francisco García Cabeza de Vaca es mano y se requieren entendimientos a fin de no dividirse.

 

Un papel fundamental jugará Leticia Salazar, edil de Matamoros.

 

Será la primera en ser bajada desde el centro y por ello no podrá culminar su sueño de suceder al priista Egidio Torre Cantú.

 

Hagan sus apuestas.

 

Y 2.- si alguien cree los rumores sobre la negociación de Colima a favor del panista Jorge Luis Preciado en las elecciones extraordinarias, está equivocado.

 

El dirigente priista Manlio Fabio Beltrones da seguimiento en tiempo real a las condiciones políticas del estado.

 

El pasado fin de semana estuvo para tomar protesta a la nueva directiva y comenzar la cruzada a favor de José Ignacio Peralta; tenía programado ir sábado y domingo para recorrer municipios y trabajar sobre el terreno.

 

No lo hará por compromisos políticos, pero regresará pronto.