El debate sobre el salario mínimo entra a su fase definitiva.

 

Los colaboradores de Luis Videgaray y Miguel Mancera prometieron determinar esta semana la fecha del encuentro oficial de ambos funcionarios, punto de partida para las decisiones finales sobre el tema.

 

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Contra la versión empresarial, la discusión carece de una gran trascendencia económica.

 

De acuerdo al secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete, aproximadamente un millón de trabajadores están sujetos a los 67.39 pesos determinados por la inútil Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CNSM).

 

Esta cifra contrasta contra quienes ven esa percepción base como un índice, un referente para multas y sanciones de todo tipo, desde quienes se pasan un semáforo hasta quienes cometen ecocidio como el Grupo Minero México (GMM) en ríos de Sonora.

 

Un millón de personas son muchos.

 

Por ellos habla Mancera y se allega argumentos.

 

Uno de ellos corresponde a México:

 

De acuerdo al estudio elaborado por Salomón Chertorivski y Patricia Mercado, la desaparición de los tres minisueldos del pasado -para tres zonas económicas distintas-, incidió en el nivel de vida de los obreros más deprimidos, sobre todo los del campo.

 

Todo se hizo sin generar inflación y así sería hoy si se aumentara a 82.86 pesos.

 

Otro punto de apoyo es internacional: Barack Obama ha dispuesto un mínimo de 10 dólares en lugar de los 7.25 existentes en algunas regiones de Estados Unidos.

 

¿NUEVO PAÍS CON LOS MISMOS LÍDERES OBREROS?

 

La polémica avanza, pero sorprende un ausente: el movimiento obrero.

 

No ha hablado, por ejemplo, el secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Joaquín Gamboa Pascoe, supuestamente la principal central del país.

 

Sus escasas voces se han levantado sólo para convalidar la oposición, impulsada desde la Secretaría del Trabajo por Alfonso Navarrete, a cualquier mejora sin un estudio serio y sin garantías de disparar el alza generalizada de precios.

 

Y sus representantes firman al lado de los abogados y jerarcas patronales.

 

Tal vez esa lejanía se registre porque los líderes obreros actuales están lejos de representar a los trabajadores.

 

Seguramente temen acciones como la ejecutada contra Elba Esther Gordillo, la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), sorpresivamente encarcelada cuando preparaba su estrategia contra la reforma educativa.

 

Allá ellos si persisten en su actitud y reelecciones cupulares, como la pretendida por el propio Gamboa Pascoe para alargar su permanencia hasta 2022.

 

Pero si ellos se mantienen al margen, valdría la pena abrir un debate, paralelo o sucedáneo, al impulsado por Miguel Mancera.

 

¿Por qué no comenzar a discutir la representatividad de cada sindicato, de cada central?

 

Es un tema no abordado inclusive en las reformas estructurales.

 

¿Realmente se van a aplicar con la fuerza los liderazgos laborales de antaño?

 

¿De verdad van a confiar en ellos los grandes inversionistas?

 

YA FUIMOS OPOSICIÓN EN DESVENTAJA: CAMACHO

 

1.- El dirigente priista César Camacho Quiroz respondió a los cuestionamientos de los críticos a la reducción de legisladores, en especial a quienes acusan a su partido de pretender beneficiarse.

 

“Ya fuimos oposición”, dijo a los senadores reunidos por Emilio Gamboa en Veracruz, “y supimos manejarnos con dignidad desde la minoría, como cuándo tuvimos sólo 106 diputados hace dos Legislaturas”.

 

No hay, no habrá, aseguró, ventajas para el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

 

Y 2.- ha estado muy comentada en el ambiente político la reunión convocada por el Partido Nueva Alianza (Panal) en Iztapalapa, con militantes de Acción Nacional, el PRI y el Verde Ecologista de México (PVEM).

 

El ex candidato presidencial Gabriel Quadri llegó en su famosa combi y se fotografió con personajes como Jorge Gaviño y René Arce, quien enfrentará a Morena donde fue delegado.

 

No le extrañe una alianza con el PRI.