Volvió a temblar y:

“Temo que los efectos del temblor hayan sido superiores a lo que en su momento pudimos calcular con algún optimismo… Este temblor afectó a ciertos edificios, hay un contraste muy grande porque junto a un edificio que está sin un vidrio roto, hay otro edificio que sufrió un derrumbe casi completo… Estoy viendo que hay un gran espíritu cívico, voluntarios se han colocado en los cruceros para decirnos: ‘Despacio, despacio…’. La gente asombrada ha salido de sus casas; ahora ya son varios los muchachos voluntarios que están tratando de movilizar el tránsito porque a pesar de los semáforos, hay desconcierto, hay congestionamiento… La Policía solicita que la gente se retire de edificios que amenazan con derrumbarse… La gente está en la calle… Estamos en presencia de uno de los hechos más tristes en la larga historia de nuestra ciudad. No podemos calcular en este momento el número de heridos, no podemos calcular el número de muertos, pero por lo visto estamos ante un hecho que necesita la solidaridad de todos los habitantes de la ciudad y de todos los mexicanos… Necesitamos primero disciplinarnos… Es necesario señalar también que muchos edificios quedaron en pésimas condiciones y pueden derrumbarse en cualquier momento; varios quedaron derrumbados a medias… El aspecto que vive la Ciudad de México es el aspecto de una ciudad traumatizada, de una ciudad que ha sufrido uno de los movimientos telúricos de consecuencias más drásticas en su historia, es una ciudad que ha interrumpido su vida normal, es una ciudad donde se han suspendido las clases, es una ciudad donde las oficinas públicas han suspendido también sus labores, es una ciudad que está dedicada a recobrarse de este traumatismo… Es un temblor que ha dejado huella de dolor, de sangre, de víctimas, de daños, de los que tardaremos en reponernos en mucho tiempo… En esta metrópoli ha pasado algo que nos dejará una cicatriz para siempre; el terremoto, no importa los grados en que se diga, es el que más profundamente ha calado como una herida, que sangra permanentemente… La gente ha establecido una especie de hermandad y amistad con un acuerdo tácito…”.

 

Éstos son fragmentos de la cátedra periodística que escuchamos por la radio, de Jacobo Zabludovsky hace 32 años. El 19 de septiembre de 1985, el reportero desde el teléfono que tenía instalado en su coche demostró una vez más el oficio que le dio prestigio.

 

¿Qué tanto de esta crónica pudiera compararse a lo vivido el 19 de septiembre pasado?

 

Milonga: en el 85, al lado de Jacobo, los reporteros de 24 HORAS trabajamos juntos para informar en Televisa de lo ocurrido en el Distrito Federal.

 

Nunca imaginé lo que me pasaría 32 años después.

 

El temblor de las 13:14:38 horas del martes me sorprendió en la cabina de Radio Centro. El equipo De1a3, en sus lugares, a pesar del miedo esperamos a que terminara de sonar la alerta sísmica para retomar la transmisión al aire. Entonces me tocó encabezar a un equipo de reporteros, dragones y corresponsales para informar de los daños causados por el temblor de 7.1 grados en la CDMX, Morelos, Puebla, Guerrero y otros estados.

 

Durante siete horas de transmisión nunca pretendimos disminuir el tamaño de lo que ocurrió, pero tampoco exageramos un ápice.

 

caem