La construcción de viviendas fue uno de los sectores más golpeados en 2013. Si bien el secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Jorge Carlos Marín, ha preferido ver la situación de la vivienda con una muy peculiar ingenuidad propia del funcionario público advenedizo, la realidad de los datos y su perspectiva, obligan –por lo menos- a ser mucho más cauteloso.

 

Los constructores del país esperan caídas importantes en el año que terminó con los datos que tienen a la mano, mientras que las cifras disponibles a octubre pasado sobre el total de créditos hipotecarios otorgados ya mostraban una caída de 11.4%, un dato que, si bien se espera que haya mejorado en el último bimestre del año, no dio un vuelco a la difícil situación vivida.

 

Pero lo más preocupante no es lo que ya ocurrió el año pasado –que no es de desdeñarse- sino lo que viene en materia de construcción de viviendas en el país para este año y el que sigue. Es allí en donde habrá que poner la atención.

 

A diferencia del optimismo que destila el secretario Marín en sus declaraciones a la prensa, los analistas e inversionistas del sector privado más bien son cautelosos acerca del ritmo de crecimiento de la vivienda en México. El más reciente reporte inmobiliario publicado por BBVA Bancomer hace una advertencia que bien vale la pena tomar en cuenta. Dice el reporte sobre la vivienda: “Desde la perspectiva del precio, la demanda difícilmente tendrá mayor impulso. Las tasas de los créditos hipotecarios parecen haber tocado fondo al alcanzar niveles históricamente bajos. La tasa de referencia del Banco de México se encuentra actualmente en su límite más bajo, y con la expectativa de que para el año 2015 suba. De forma similar, las tasas de largo plazo de los bonos gubernamentales se han normalizado en niveles hasta 200 puntos base, mayores a los mínimos observados. En este mismo sentido, el riesgo de los acreditados ha abandonado su tendencia a la baja y en algunos casos se ha incrementado. La bonanza del crédito hipotecario continuará durante el 2014 y probablemente parte del 2015, tanto tasas, plazos y LTV continuarán favoreciendo el crédito, pero un nuevo impulso a la demanda tendría que venir del lado del ingreso”.

 

Cierto. La demanda de vivienda y de créditos para adquirirla ya no tiene que ver –esencialmente- con el nivel de las tasas de interés o la disponibilidad de créditos; sino con los magros ingresos de la mayoría de las familias mexicanas que no tienen una vivienda.

 

El asunto es de poder adquisitivo de las familias, de estabilidad y de formalización en sus ingresos. El propio reporte de BBVA Bancomer concluye: “En los trimestres recientes, la generación de empleo se ha desacelerado, pero el empleo mejor remunerado ya decrece. Las mayores oportunidades de crecimiento del mercado hipotecario serán en los sectores y estados que generen más empleos bien pagados y con estabilidad. Mientras que en el valor real de la vivienda el factor de mayor importancia es la ubicación, en términos de la demanda por vivienda es: empleo, empleo, empleo”.

 

El gran freno para el crecimiento de la construcción de viviendas en México es la mala calidad de los empleos que se están ofertando y no solo su generación. Porque en los últimos dos años se generaron empleos con bajos salarios y se destruyeron empleos menores a los 5 salarios mínimos. Este fenómeno ha limitado el mercado potencial de demandantes de vivienda, por lo que una reactivación sostenida del sector, pasa por una mayor generación de empleos de mejor calidad y con mayores salarios.

 

samuel@arenapublica.com | @SamuelGarciaCOM | www.samuelgarcia.com