La población de Nauru, cabría 11 veces en el estadio Azteca y sobrarían butacas. Para más, el territorio de la isla polinesia, entraría mil 160 veces en Chihuahua.

 

Es un Estado que se rige bajo el formato de república parlamentaria, y que está sumergido en una crisis sanitara y económica.

 

Con el 94.5% de la población con sobrepeso, las enfermedades como la diabetes y los infartos tienen colapsado al sistema médico. Tienen una esperanza de vida apenas superior a los 50 años.

 

El desastre de la isla empezó con el declive en la década de los 80 de las reservas de fosfato. La sal era el principal motor de la economía naurana desde 1967.

 

La bonanza del fosfato colocó a Nauru como la nación más rica per cápita en el mundo.

 

Pero el nivel de vida acomodado, provocó también un cambio en los hábitos alimenticios de los lugareños que lo convirtió en el país más obeso del planeta.

 

La sobre explotación de sus recursos naturales hizo que la vegetación por la que era conocida se perdiera, gran parte de la isla se volvió inhabitable.

 

En busca de solventar su situación económica, el gobierno firmó con su par de Australia un convenio para acoger una penitenciaria a cambió de ayuda financiera.