Pareciera que México es un país lleno de ingenieros y profesionales técnicos versados en la proyección financiera y estructura económica del sector energético.

 

La recalcitrante inconformidad de cientos de ‘ingenieros’ que toman las calles de la Ciudad de México para protestar en torno a las propuestas concentradas en la Reforma Energética la cual, desde su punto de vista analítico, entrega el petróleo de ‘todos los mexicanos’ a la iniciativa privada extranjera.

 

Llevo semanas preguntando a gente en la calle si alguien ha recibido un peso de utilidad por la eficiencia empresarial de PEMEX. Todos los consultados me han dicho que no. Y me parece que ningún ciudadano que lea estas líneas (ajeno al sindicato de petroleros, a la paraestatal o a la clase política)  tiene un beneficio económico real de esa patraña demagógica de los años setenta: “El petróleo de todos los mexicanos”.

 

Shimon Peres, Primer Ministro de Israel y estadista de extracción de izquierda progresista, sostiene que la tierra no tiene valor alguno por sí misma. El valor se lo da la gente que sabe qué hacer con ella. Para lograr darle valor a la tierra Israel invierte en las personas, en su educación. En su formación pues.

 

Con esa filosofía ese país ha logrado posicionarse como un semillero mundial de intelectuales, científicos, investigadores, ingenieros… el resorte humano impulsor del desarrollo y del bienestar social.

 

En México los ‘ingenieros’ están felices en la calle defendiendo la tierra y lo que hay debajo de ella. Lo malo es que no son ingenieros y que no saben qué hacer ni con la tierra ni con el petróleo. Se trata de individuos financiados por un grupo de izquierdosos trasnochados acostumbrados a comprar la voluntad de la ignorancia. Agitadores versados en la protesta estéril y vandalismo.

 

Un grupo de caudillos políticos que la única manera que tienen de seguir vigentes en el lucrativo mundo de la política es tratando de mantener vivas las ideas populistas que tanto encanto provoca en la ignorancia, esa que legitima a los ‘ingenieros’, ‘fiscalistas’, ‘docentes’ que salen a la calle a protestar, bajo métodos y tácticas anacrónicas, propuestas legales que no entienden.

 

¿O será que ellos sí reciben trimestralmente un cheque de PEMEX por la utilidad que la empresa reporta?

 

Sin lugar a dudas todo es perfectible. Ignoro si la Reforma Energética tal y como quedó es lo que el país necesita o es muy limitativo. Lo que tengo claro es que por un lado México tiene que empezar. Ahora nos toca evaluar los beneficios reales de esta reforma y exigir cuentas.

 

Que los ‘ingenieros’ activistas y toda la bola de ‘expertos’ en distintas disciplinas económicas que salen a las calles del DF a descalificar sin argumentos contundentes, evalúen el beneficio que le dan a sus líderes políticos y si ese beneficio es proporcional al que reciben ellos como retorno.

 

¿Será que la gente que está en el frente de batalla obedeciendo a los líderes de la izquierda trasnochada nacional reciben lo suficiente como para solventar los gastos en Médica Sur en caso de ser víctimas de un infarto o alguna otra enfermedad?

 

Pienso que ya es tiempo que como ciudadanos ubiquemos el punto de mira en dos aspectos: 1) En monitorear los beneficios reales para nuestra economía y para las finanzas del país a partir de la entrada de la iniciativa privada en ciertas áreas del sector energético para exigir rendición de cuentas. Y 2) insistir en una reforma educativa como punto neurálgico de la verdadera revolución nacional.

 

Una reforma al triste sistema educativo mexicano que prepondera las bondades de la memorización y la improvisación sobre los valores de la reflexión, deducción y el análisis.

 

Es necesario invertir en la formación de la gente para aspirar a ese país en el que las ideas trasciendan en innovación que nos permita defendernos de los efectos de la propia innovación que ha generado el nuevo cáncer social: El desempleo.

 

Y es que en el mundo lo que hacían 10 profesionales calificados y 100 obreros lo hacen hoy día dos máquinas que no cobran salarios ni horas extra.