Que Portugal se erigiera rey de Europa días después de que Argentina cayó en su tercera final consecutiva parecía un factor irreversible para ver a Cristiano Ronaldo como Balón de Oro 2016 y no a Lionel Messi.

 

Los veranos de Selecciones suelen ser definitivos para los trofeos individuales del futbol, muchos de ellos entregados aun bajo la certeza de que no se premiaba al mejor del momento; pensemos en Matthias Sammer en 1996 o en Fabio Cannavaro en 2006, aunque absurdamente no en Andrés Iniesta o Xavi Hernández tras su mágico 2010.

 

Poco pesaría que el inicio del certamen en Francia no fuera especialmente brillante para Cristiano; mala puntería en el debut contra Islandia (también con el micrófono al criticar al cuadro más entrañable, “tiene poca mentalidad y así no llegará lejos”), penal errado frente a Austria en el segundo partido y, finalmente, el rescate en el tercer choque, con dos goles sin los que los lusitanos ahí se habrían quedado. Ya después, como el equipo mismo, creció hasta el golazo de cabeza en semifinales. Creció, mas no con el nivel de influencia que se le ha visto con este representativo. Cansado y lesionado, mal rehabilitado y ansioso, el atacante había tenido su clímax un par de meses antes y desde entonces (como en la final de Champions) se le veía padecer casi a cada movimiento, sin explosión, con la mandíbula trabada.

 

En todo caso, ser la mayor estrella del campeón tanto del torneo más importante a nivel de clubes como de Selecciones dejó orientado el debate. Tan orientado que lo de este segundo semestre, como a menudo pasa, ya nada cambiaría. Semestre en especial bueno para Messi, en el que Cristiano ha tenido instantes de brillantez, aunque no su mejor forma.

 

La pregunta es si resulta justo el cuarto Balón de Oro de Cristiano. Y considero que sí. El talento y preciosismo, los goles y la sublimación del juego van orientados finalmente a los títulos. Y Cristiano, pese a padecer instantes bajos, lo hizo como nadie en 2016.

 

Otra pregunta necesaria a nueve años del inicio de la dicotomía Ronaldo-Messi es cuánto más durará, y vista la consistencia o progresión de quienes les siguen, parece que al menos otro año.

 

Pensemos en alternativas: Neymar no termina de escalar a esa máxima dimensión; Paul Pogba está más lejos hoy de hacerlo que un par de campañas atrás; Robert Lewandowski y Luis Suárez no podrían efectuar más como delanteros para merecerlo, sin que eso les coloque próximos al podio; más difícil todavía que se gire la mirada a un defensor, incluso con dotes tan goleadoras como Sergio Ramos o Gerard Piqué. ¿Bale o Modric, De Bruyne o Hazard, Alexis u Özil, Iniesta ya en esta etapa de su carrera? No parece factible, y menos en un verano sin torneos relevantes de Selecciones.

 

En un año lo sabremos, pero esto pinta para dirimirse en 2017 como un empate a cinco o como la victoria final de Messi por seis a cuatro. Que alguien rompiera esa bipolaridad y convenciera a los electores de aquí a 12 meses me sorprendería bastante.

 

Sí. Lo de estos dos titanes puede ya haber aburrido y en el camino de casi una década, al menos, un premio debió salir de su dominio compartido, pero en este 2016 no había más.

 

Twitter/albertolati

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