Ocho años ha estado el Partido Popular de España (PP) diciendo que tenía la solución para la economía española. Los últimos cuatro reclamando elecciones y amagando tener la varita mágica para resolver la crisis, aunque reservando la sorpresa del espectáculo para su prime time. Finalmente la ciudadanía le da una mayoría absoluta parlamentaria, forma gobierno entre las alegrías de las fiestas decembrinas y cuando todo el mundo espera que saliera cuando menos un conejo de la chistera, nos pasa la charola con anticipación, obligación y amenaza de sanción. Más recorte de gasto y fuerte incremento de impuestos.

 

Mientras, el partido socialista dice que Rajoy ha mentido y los más fieles al PP inician su primera cacería reclamando la cabeza de la nueva Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, nombrada por el ministro de Economía, por ser “zepatera” (haber apoyado a Rodríguez Zapatero) y propagandista de Pérez Rubalcaba. Normalmente se conceden 100 días de gracia a los gobiernos. A este ni 15. Claro está, que fue Rajoy quien prometió medidas rápidas de recuperación y estímulo, ya precocinadas aunque no reveladas.

 

El gobierno actual se ha encontrado con un déficit público del 8% superior al 6% comprometido con la Unión Europea. Le aparece además un déficit en la cuenta de la seguridad social del 0.06% cuando esperaba un superávit. Esto sirve para justificar las medidas, primero la contaduría, luego la creación. El primer paquete del 30 de diciembre es de recorte del gasto y de aumento de la presión fiscal con el impuesto sobre la renta y el predial. Un aumento impositivo que afecta en particular a los contribuyentes con mayor ingreso de trabajo y con un aumento ligeramente mayor para los ingresos del capital. El 50% del volumen de la recaudación se obtendrá de las clases medias altas, las que se encuentran entre los 33 mil y 120 mil euros anuales. Las medidas de ajuste recaen sobre una parte importante del electorado del PP, aunque con mayoría absoluta, el PP también envía una señal a su electorado de menor ingreso y a los pensionistas a los que incrementa un 1% sus ingresos. Con este paquete de medidas de corte socialdemócrata, el partido socialista se queda sin argumentos en plena división interna. Aparece como el gastalón y protector de los ricos, y hasta su electorado más fiel se queda con el ojo cuadrado.

 

Justo iniciado el año cuando se esperan medidas de estímulo, aflora que el sector financiero necesita 50 mil millones de euros para sanear sus activos. Se trata de predios surgidos de la burbuja de los desarrollos inmobiliarios que deben regresar a su valor de mercado. Prácticamente cero. Por si fuera poco y aunque el gobierno diga que no, se espera un fuerte aumento del impuesto sobre el valor agregado (IVA) ya que la Unión Europea lo reclama.

 

Con todo esto Rajoy anda desaparecido. Siempre más dueño de sus silencios que esclavo de sus palabras. Hasta sus porristas le piden que aparezca. Ante el ejercicio de magia que nos prometieron, nos queda la duda de si nos encontramos ante una recreación del maestro del escapismo Harry Houdini o anda buscando la varita mágica de Harry Potter. Mientras, los mercados exigen prisa, “hurry up” Rajoy.

 

 

• Director de la revista Foreign Affairs Latinoamérica

 

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