HONG KONG. Los jóvenes de Hong Kong se preparan para intensificar su campaña de protestas por la ciudad a favor de la democracia con la toma de edificios gubernamentales de manera previa al Día Nacional de China, cuyas celebraciones han sido suspendidas en la ciudad debido a la magnitud del movimiento.

 

 

 

Hoy se cumplen 65 años de la llegada al poder del Partido Comunista y la creación de la República Popular en medio de uno de los mayores retos de las últimas décadas al sistema, la protesta democrática de Hong Kong.

 

“Vamos a aumentar la intensidad de la protesta, planeamos comenzar con la ocupación de sedes gubernamentales”, aseguró Chow Wing Hong, uno de los secretarios generales de la Federación de Estudiantes, en una intervención ante la prensa junto a Chan Kin Man, cofundador del movimiento “Occupy Central”, dos de las organizaciones claves en la protesta.

 

El representante estudiantil, quien no ofreció más detalles de sus planes futuros, repetía su discurso momentos más tarde ante las decenas de miles de personas ya concentradas en los alrededores de la sede gubernamental de Hong Kong, donde también los estudiantes activaron su extensa y organizada red de puntos de comida, bebida y útiles contra el calor o de atención médica.

 

“Tenemos que resistir y tenemos las condiciones para hacerlo”, instó a los estudiantes el cofundador de “Occupy Central”, quien, junto a su compañero de la Federación de Estudiantes, mostró su descontento por las declaraciones realizadas por el jefe del Ejecutivo de Hong Kong, Cy Leung, que exigió que se disolviera el movimiento.

 

Las manifestaciones en la excolonia británica se mantienen, con dos días casi seguidos de inacción policial, en lo que parece una táctica de las autoridades por intentar que la protesta pierda fuerza y se apague por sí misma, sin lanzar una represión a gran escala.

 

 

Si las autoridades “hubieran querido arrasarla (la protesta), lo hubieran hecho en dos minutos. No lo quieren hacer, porque China quiere tener un puesto en la gobernanza mundial”, afirma el venezolano Francisco Nieto, profesor universitario y director en Pekín de la Iniciativa Global Asia-América.
 

 

Nieto recuerda que China tiene pendientes muchos asuntos clave a nivel internacional (sobre todo su objetivo de ser un referente económico y político mundial, pero también las disputas en el Mar de China, la cumbre de la APEC de noviembre en Pekín) como para lanzar una represión violenta. “El mundo tiene sus ojos puestos en Hong Kong”, destaca.

 

 
Sobre la celebración de la llegada del Partido Comunista un profesor de escuela superior explicó: “Ellos celebran un sistema que nosotros denostamos. Así que mañana (hoy), que es festivo, se unirá más gente a exigir las libertades que nos corresponden”, explicó el profesor que se había sumado a las demandas impulsadas por sus alumnos.

 

A pesar de que la mayoría de los asistentes son jóvenes estudiantes, ayer también se comenzó a ver a adultos en el movimiento, como es el caso de Emily, una hongkonesa que trabaja en comercio internacional.

 

“Quieren arruinar las libertades que tenemos. Y no lo aceptaremos. Nosotros (los adultos) también tenemos que venir para luchar por el futuro. La razón por la que muchos no vienen, como mis amigos, es porque no quieren arriesgarse, siguen pensando que si colaboras con el Partido puedes sacar algún beneficio”.

 Lo que hay bajo el paraguas

 

 

HONG KONG. El paraguas, que ha servido de escudo contra el gas pimienta de la policía china en las manifestaciones de Hong Kong, se ha convertido en un símbolo de la forma pacífica en que se desarrollan las protestas en la ciudad.

 

Están en cada esquina y sus usos son múltiples: a modo de sombrilla para combatir el sofocante calor, de refugio ante las lluvias que caen sin previo aviso en esta isla de clima tropical o como pancartas, con eslóganes en diversos idiomas que llaman al mundo a hacerse eco de la “revolución de los paraguas”.

 

Los parasoles fueron el refugio de los manifestantes durante la violencia policial que se vivió el pasado fin de semana, pero también su posterior fuerza.

 

La imagen de una hilera de paraguas tras los que se protegían los estudiantes los gases lacrimógenos corrió como la pólvora en Hong Kong y despertó el enfado de muchos, jóvenes y adultos, que decidieron ponerse en pie y defender a sus conciudadanos, hijos o compañeros.

 

Se produjo entonces un punto de inflexión, cuando la represión atrajo a más personas y cuando se bautizó al movimiento haciendo alusión al improvisado escudo de los estudiantes, un ejemplo más de la organización que muestran cada día en las calles.

 

Y es que los paraguas ya estaban allí antes de que la policía lanzara los gases. “Fue gracias a un foro que utilizamos, creado hace mucho tiempo, en el que alguien aconsejó que debíamos traer paraguas. Supimos entonces que era un infiltrado de la policía y le hicimos caso”, explica Harry, un profesor de una escuela de educación superior, mientras se esconde de los rayos del sol bajo un parasol negro en el que se lee: “Apóyanos”.

 

Las redes sociales son también claves en la rebelión que se vive en Hong Kong, que sigue la estela de otras protestas.

 

La extensa de red de distribución de máscaras, alimentos, bebidas, remedios contra el calor como toallas húmedas o parches de frío japoneses responde a una lista de peticiones que se van subiendo a internet a través de aplicaciones como documentos de Google o en páginas de Facebook, que, a diferencia del resto de China, aquí no están censuradas.

 

En la red social por excelencia, los hongkoneses son los más activos y, a través de sus teléfonos móviles de última generación, han conseguido atraer a dos mil voluntarios, estudiantes de medicina o enfermería, para que acudan a levantar puestos de primeros auxilios.