La receta está fácil: vierta en hora y media de metraje una anécdota sencilla y ramplona, pique dos kilos de clichés referentes a la clase social de sus personajes (búrlese de los ricos por ser ricos y de los pobres por ser pobres), búsquese uno o dos (pa’ que amarre) cómicos famosos de la televisión (de esos que salen en los programas matutinos para amas de casa), revuelva bien. Cuando todo sea una masa informe, agregue una voz en off (para que el respetable no se pierda en el “complicado” armado), aderece con mentadas de madre al gusto. Podría agregarse además un guión pero claramente el cine mexicano no anda para esos lujos.

 

El resultado es “Suave Patria”, comedia que a cambio de una estructura coherente entrega una serie de gags (unidos más a la fuerza que por un guión) ejecutados por tres muy famosos cómicos de la televisión: Omar Chaparro, Adrián Uribe como la dupla protagonista y Héctor Suárez como enojón y tozudo policía que va tras los otros dos.

 

La historia inicia con Oscar (Chaparro) y Arturo (Uribe), un par de amigos actores de su propia “compañía teatral” a la que han bautizado como “Suave Patria”. Sin un quinto y viviendo en un paupérrimo departamento, los dos amigos buscan dinero ya sea haciendo un muy estúpido performance que finge un asalto a un microbús, así como también engañando a comensales y meseros de algún lujoso restaurante.

 

El recién fugado de la cárcel Mauricio Tavarez (Mario Ivan Martinez en un ejercicio de sobreactuación que por su exceso hasta resulta magistral) contrata a la pareja de actores para raptar “de broma” a un empresario amigo suyo. Aquellos, por necesidad, aceptan pero obviamente todo sale mal y se vuelven prófugos.

 

Lo que inicia como una comedia situación que promete algunas risas, rápidamente se va dinamitando a sí misma hasta terminar nadando en un lodoso fango de sinsentido e incoherencia absolutas. Y es que esta cinta carece de historia: claramente se trata de una anécdota (el chiste del microbús) a la que artificialmente se le han montado más gags para alargar esta cinta que termina dando vueltas sobre sí hasta llegar al mismo punto de partida en hora y media de desperdicio absoluto.

 

Así, la única motivación que parece alimentar esta cinta es hacer una galería de ciertas habilidades de los involucrados, donde el director quiere presumir que puede hacer un plano secuencia, filmar una escena de escape elevado en el exterior de un edificio o trepar su cámara a un helicóptero para hacer una bonitas tomas cenitales (que no sirven para nada pero se ven padres) de un puente en Durango. Lo mismo con sus protagonistas, comediantes de televisión a los que seguramente les atrajo la idea de tener en su currículo una película, aunque para ello nunca nadie les pidiera que se despegaran de sus personalidades televisivas y le bajaran la intensidad a su sobreactuación nata.

 

Con todo, tras hora y media de película, resulta casi un hito ver cómo es que un director se lanzó a dirigir una cinta con tal desprecio hacia la lógica, la continuidad, la estructura y la inteligencia de su público.

 

 

Suave Patria (Dir. Francisco Javier Padilla)

1 de 5 estrellas.

Guión: Enrique Rentería y Hubert Barrero.

Con: Omar Chaparro, Adrián Uribe, Héctor Suárez, entre otros.

 

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