San Francisco Cherán, Michoacán.- La oficina municipal del Partido de la Revolución Democrática (PRD), permanece cerrada en la calle de Zaragoza. A unos metros, unas mujeres echan las tortillas en una fogata del barrio segundo del pueblo, donde cuelgan dos letreros que dicen: “Aquí no se vota. No más mentiras del gobierno” y “No a las urnas, no más partidos políticos”.

 

En este municipio de casi 20 mil habitantes, instalado en el corazón de la meseta purépecha, no hay una sola pinta electoral, ninguna imagen de candidatos a diputados locales, alcalde o gobernador. Ni siquiera una imagen del “candidato único” postulado por cuatro partidos (PRI, PAN, PRD y PT), Antonio Tehandan, más conocido como “Charatapi”, quien buscó hasta la última semana que en el pueblo hubiera elecciones constitucionales.

 

Pero los cheranenses, amparados en la resolución del Tribunal Federal del Poder Judicial de la Federación, que el pasado 2 de noviembre les otorgó el derecho de elegir a sus propios gobernantes mediante los sistemas tradicionales de los pueblos indígenas, cancelaron las elecciones.

 

Desde el viernes en la tarde reforzaron las barricadas y bloquearon los cinco accesos al poblado, para evitar la instalación de 18 casillas electorales y la ronda de vigilancia (aquí no le llaman policía, porque “no es un nombre respetado”)  reforzó sus patrullajes en el pueblo.

 

“Todavía el martes vinieron los del Instituto Electoral de Michoacán, querían que instaláramos casillas especiales para votar por diputados y gobernador, pero ¿cómo vamos a votar por diputados si no han hecho nada por nuestro problema?”, cuestiona uno de los comuneros.

 

“El paso (a los vehículos) lo vamos a dejar hasta las 6 de la mañana del lunes”, explica uno de los jefes de la barricada 1, instalada en la carretera que lleva a Zamora.

 

Este domingo 13 de noviembre, sin embargo, no pasa nada especial en San Francisco Cherán: los comercios abren, los cristianos cantan, la iglesia celebra misa y las fogatas -un promedio de 50 en cada uno de los cuatro barrios del pueblo- siguen la misma dinámica de actividades que han tenido los últimos siete meses, desde que decidieron desconocer a las autoridades municipales y atrincherarse dentro de la comunidad para protegerse de las bandas criminales.

 

“No es una lucha sencilla. Es parte del mismo mal que nos hizo levantar y que es algo que tenemos que cambiar. Las cosas se van acomodando en nuestro favor y eso nos da resistencia”, dice un integrante de la coordinación general.

 

Los cheranenses son amables y tienen un alto grado de conciencia sobre su situación. En cada fogata ofrecen de comer a los visitantes. La petición a la prensa que ha venido a ver el desarrollo de las elecciones es expresa: no publicar nombres ni datos que puedan identificarlos.

 

 

TODOS SON UNO

 

Como en Fuente Ovejuna, todos son uno. Por lo menos, dice uno de los coordinadores generales, hasta que se gane totalmente la batalla jurídica y se instale el nuevo gobierno, que deberá ser electo por medio del sistema de usos y costumbres.

 

Para eso, sin embargo, todavía falta un paso: la consulta que la comunidad ha solicitado -basada en la resolución del TEPJF- para que no haya duda de que la mayoría quiere un gobierno electo mediante el sistema de usos y costumbres, y no mediante el sistema de partidos políticos.

 

“La sentencia que dictó el tribunal, al determinar que Cherán tiene derecho a elegir a sus autoridades de acuerdo al sistema de usos y costumbres, está reconociendo también que la Constitución de Michoacán no está respetando lo que establece la Constitución mexicana ni los tratados internacionales con respecto a los pueblos indígenas”, explica Orlando Aragón, uno de los abogados que lleva el caso.

 

La resolución del tribunal electoral fue producto del trabajo de un equipo de abogados jóvenes, estudiantes y profesores de la maestría en Derecho de la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo, conocida popularmente como Nicolaita, y de litigantes de Cherán, que ahora ven en la sentencia un “modelo” a seguir por otras comunidades indígenas del estado.

 

Básicamente, los cheranenses tienen tres demandas: seguridad, justicia y reconstitución de su territorio, devastado durante los últimos tres años por grupos de talamontes apoyados por otros de la delincuencia organizada.

 

“Cuando hablamos de justicia nos referimos a la integridad total de nuestra gente y de nuestro territorio. Estos individuos que se encargaron de devastarnos el bosque nos destruyeron el hábitat propio de las regiones, con el permiso de nuestras autoridades”, dice otro de los integrantes de la coordinación general.

 

Palabras más o menos son las del propietario de una carnicería en el centro del municipio para explicar por qué estos purépechas han decidido regresar a las costumbres de sus abuelos:

 

“En agosto del año pasado no salía de las llamadas de estos señores para extorsionarme, tuve que sacar a mis hijos del pueblo, y uno podía estar aquí afuera y llegaban y te subían, te extorsionaban o te mataban, y las autoridades no hacían nada, más que dividirnos con los partidos políticos”, dice el hombre.

 

Por la tarde, cinco marchas partieron de cada una de las barricadas al centro para demandar que la consulta se haga en las próximas semanas.

 

Los cheranenses saben que una vez resuelto el tema de la elección de su gobierno comunal, tendrán que definir qué harán con posteriores elecciones estatales y con la elección presidencial de 2012.

 

Pero eso será parte de otro proceso. Por lo pronto, han sacado sus cocinas a la calle, donde discuten junto al fuego las mejores formas de organizarse.

 

“No tenemos un manual, ni una guía, hemos actuado tratando de darnos la protección que el Estado no nos da”, explica uno de ellos.

 

Este 13 de noviembre, sin embargo, será recordado en Michoacán como el día en que, para defenderse de los criminales, el pueblo de Cherán cerró la puerta a los partidos políticos.