Si los ladrones no respetan a Kim Kardashian, ¿qué podemos esperar los demás, simples terrenales y menos dotados? Estaba leyendo que cinco hombres armados asaltaron a la esposa de Kanye West en su hotel de lujo en París y le robaron como 200 millones de pesos, anillos, celulares y demás.

 

¿Qué fuerte no?

 

Estaba a punto de llorar por la Kardashian, para solidarizarme, cuando me acordé que a siete conocidos les pasó lo mismo, pero en la Condesa, y se me quitaron las ganas. Claro, porque la Kardashian se puso un megasusto pero sigue igual de rica y no tiene broncas.

 

Las víctimas de los atracos cercanos al Parque México se quedaron sin lana, sin teléfonos, sin computadoras y van a tener que ir a terapia, porque el robo fue superviolento. Bueno, creo que asaltaron hasta a la señora que hace artesanías peruano-mexicanas y a la que vende jabones de lavanda con chía.

 

Cuando sucedieron los hechos –porque fue un robadero simultáneo– le íbamos a pedir ayuda a Mancera, pero supe que en ese momento estaba feliz cantando “something is killing the land before your eyes… breathe in the air… breathe” con Roger Waters y no quisimos interrumpirlo.

 

Y luego pensamos que al que teníamos que solicitarle acción inmediata era al Dr. Monreal, pero tampoco lo encontramos. Se me hace que seguía averiguando el asunto de los 600 mil pesos que andaban bailando.

 

Por lo visto las autoridades no van a mover un dedo para arreglar la situación, así que he pensado en construirme un búnker y no salir nunca más de casa. Nadie entra y nadie sale. Ni modo, tendré que abandonar mi trabajo y mi hijo sus estudios, pero viviremos con la tranquilidad de que no seremos asaltados, violentados, violados o asesinados.

 

Lo más que puede pasar es que nos cansemos de vernos las caras todo el santo día en nuestro refugio, pero ni hablar, hay que sacrificarse. Ya pregunté a los expertos y puedo construir mi búnker en donde sea, llámale casa o edificio, aunque lo ideal es en planta baja para utilizar el sótano.

 

Uy, primer problema: vivo en el octavo piso. Tal vez tendría que apropiarme del estacionamiento, que es un área común y tengo que negociar con los vecinos. Seguramente querrán que les comparta mi refugio antimaleantes y ahí empezarán los problemas porque yo, queridos lectores, no me junto con cualquiera y no soy tan buena persona.

 

El modelo básico incluye puertas blindadas, sistema de ventilación, detectores y alarmas parlantes (“cuidado, un intruso se aproxima”). Además, las paredes se pueden pintar de cualquier color para aplicar los principios del Feng-shui.

 

Tal vez piensen que exagero, pero no quiero que el día de mañana alguien salga lastimado y diga: “¡Ay!, si la hubiéramos tomado en serio…”

 

Total, siempre es bueno invertir en bienes raíces, ¿no? Sí el día de mañana las autoridades reaccionan y se ponen a trabajar (los milagros existen), puedo utilizar el búnker como bodega para guardar tiliches o rentarlo como salón de fiestas. O para dar clases de yoga. Claro, es la Condesa.