En la entrega del pasado viernes, señalamos la “tendencia creciente y sostenida” que colocaba al candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, en el segundo lugar de la contienda, en franco alejamiento de la candidata Josefina Vázquez Mota, que caía a la tercera posición.

 

En sólo una semana, parece una ociosidad señalar que, de manera indiscutible, el segundo lugar de la contienda presidencial le pertenece a López Obrador, quien se aproxima, en forma lenta pero consistente, al puntero, Enrique Peña Nieto.

 

A esas alturas, la gran pregunta es –a 30 días del primero de julio y a 27 de campaña efectiva–, si le alcanzará el tiempo y la inercia ganadora al candidato López Obrador para mantener su tendencia de crecimiento, para continuar arrebatando potenciales votantes a la candidata del PAN y, sobre todo, para continuar presionando la reducción de votos al priista y puntero, Enrique Peña Nieto.

 

Dicen los conocedores que la tendencia creciente de AMLO no le alcanzará para el empate. ¿La razón?, que a medida que avanza la campaña y que se aproxima al final, es más difícil arrebatarle votos a los adversarios y al universo de indefinidos. Y si se combinan esas variables, además del tiempo y la disponibilidad de votantes, lo cierto es que la contienda se aproximaría a los tres tercios, pero nunca llegaría a los números que en horas recientes han reportado encuestas que militan, como la de Reforma de ayer.

 

Es decir que –según especialistas–, Peña Nieto se podría estabilizar en el día de la elección, en 35% de las preferencias; AMLO difícilmente llegaría al 30% y la señora Josefina rondaría el 28%; todos dentro de los márgenes de error que permiten las encuestas. De confirmarse esos números –lo cual no sería sorpresa–, estaríamos ante una campaña exitosa, la de AMLO, pero insuficiente como para que el 1 de julio el tabasqueño se alce con el triunfo.

 

Aún así, vale la pregunta. ¿Qué hicieron mal, el equipo del candidato del PRI, y el de la aspirante del PAN? Claro, además de lo que hizo bien el señor López Obrador.

 

Josefina, puras fallas

 

Una de las razones por las que el candidato de las izquierdas salió de un lejano tercer lugar, empató y rebasó al segundo –a la señora Vázquez Mota–, es que la propia candidata del PAN parece haber equivocado su estrategia como privilegiado segundo lugar. ¿Cuáles fueron las fallas, los errores y los desaciertos?

 

1.- Todo indica que la señora Josefina partió de una premisa electoral equivocada, al contrastar su proyecto de gobierno –respecto al gobierno de Felipe Calderón–, con un timorato “diferente”. ¿Diferente a qué, a quién; diferente por qué, para qué? Es decir, que la señora Vázquez Mota no se presentó ni como un gobierno de continuidad del de Felipe Calderón, y menos como uno alterno, de cambio.

 

Y es que al negarse a cargar con los negativos del gobierno de Felipe Calderón –y al proponer que su gestión sería sólo “diferente”–, en realidad su campaña no sólo se negó a pagar los costos por arrastrar los negativos del gobierno de Calderón, sino que tampoco se benefició de los positivos, que no eran nada despreciables.

 

Ha sido tan ambigua la propuesta de Vázquez Mota, que el gobierno de Calderón no es sometido a juicio, ni lo malo, y no se diga lo bueno. En otras palabras, que la señora Vázquez Mota tiró a la basura todo lo bueno que le pudo dar de credibilidad, confianza, votos a favor y simpatías, la parte rescatable del gobierno de Calderón.

 

2.- En cambio, y con una torpeza propia de principiantes, la candidata del PAN se sumó a la estrategia del señor López Obrador, de someter a juicio la gestión del viejo PRI, del siglo pasado, para tratar de debilitar al puntero, Enrique Peña Nieto. De esa manera, AMLO y JVM hicieron el “uno dos” contra EPN, al que debilitaron hasta casi mandarlo a la lona, con el consecuente beneficio del ex priista y hoy dizque hombre de izquierdas. El error fue un horror para los azules. ¿Por qué?

 

Porque no entendieron un asunto elemental. Que todos aquellos electores que no votarían por el PRI, lo harían, por cultura y por genética, por el viejo PRI, ese que representan AMLO y su claque.

 

En pocas palabras, resulta que Josefina, sus estrategas electorales, le hicieron buena parte de la campaña a López Obrador. Y claro, hoy no tienen forma de detenerlo.

 

PRI, pura miopía

 

Está claro que el crecimiento de AMLO no se debe, en su totalidad, a las fallas de JVM. En el caso del PRI, los estrategas se dieron cuenta muy tarde del error que cometieron el viernes negro, en la Universidad Iberoamericana. Hoy se sabe que los operadores ya habían decidido no asistir, cuando un buen día EPN dijo que sí, que iban.

 

Pero en realidad el problema no fue haber asistido, sino el tratamiento que le dieron al conflicto que les montaron, con ingenio y efectividad, los estrategas de AMLO en la Ibero, a través de ese engendro efectivista llamado Morena.

 

Hoy, aún muchos opinadores siguen alimentando el cuento de que el movimiento estudiantil es una esfera aislada de la realidad político electoral. Ese cuento es solo engañabobos, igual que es ingenuo negar el fuerte impacto que ha tenido la movilización estudiantil en el ánimo de los potenciales electores.

 

Es decir, que mientras que el PRI cometió uno de los más grandes errores al no procesar de manera correcta el conflicto en la Ibero, los estrategas de AMLO cometieron uno de los más notorios aciertos al montar la campaña del tabasqueño en la ola estudiantil, a la que tripulan con eficacia quienes, en su momento, tripularon al CEU histórico, al movimiento del EZLN, al de “No más sangre” y otros.

 

El conflicto universitario tuvo un efecto multiplicador en las preferencias electorales de Peña Nieto, no porque los jóvenes sepan qué es o pueda ser el regreso del PRI al poder, sino porque son el motor de ese poderoso instrumento que se llaman “redes sociales”, para comunicar. Y una mentira metida a una de las millones de entradas de las redes sociales, tiene un impacto de veneno puro, para cualquiera que se ponga frente a esas redes.

 

Y resulta que AMLO y su claque, envenenaron las redes sociales contra Peña. Por eso todas las consignas de AMLO salieron a borbotones de las manos y las bocas de los jóvenes que, sin más, las dan como verdad absoluta. Pero falta lo bueno; tres semanas de guerra. ¿Cara o cruz?.

 

¿SE ACUERDAN?

 

Hace seis años, el himno de campaña de Andrés Manuel López Obrador era Color a esperanza, del argentino Diego Torres. Hoy, Josefina Vázquez Mota termina sus actos públicos con la misma canción.

 

ricardo.aleman@24-horas.mx | @ricardoalemanmx

 

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