Le preguntó Leonardo Curzio al ex Presidente español Felipe González qué le recomendaría a los mexicanos ante el triunfo de Donald Trump.

 

Qué hacer, le dijo, ante un hombre que como candidato amenazó con levantar un muro a lo largo de la frontera y con acabar con el Tratado de Libre Comercio.

 

El consejo de Felipe González fue uno solo. Lo expresó así:

 

Tenemos que aprender, a veces dolorosamente, que Estados Unidos respetan a quien se hace respetar.

 

Lo digo por experiencia propia –apuntó el ex mandatario–. Mi experiencia de gobierno comenzó con el presidente (Ronald) Reagan, con algunos problemas difíciles de tratar en la relación bilateral y también en la relación con América Latina.

 

Y mi constatación es que cuando un país es tan fuerte, tan grande como Estados Unidos, a quien no se hace respetar, o con quien no se hace respetar, no pierden el tiempo.

 

Por tanto, la posición no debe tener ni la arrogancia de contraponer nacionalismo a nacionalismo, ni ningún sometimiento.

 

El Gobierno de México y las fuerzas políticas mexicanas –expuso González ante los micrófonos de Enfoque Noticias– tienen el deber, la obligación, de defender los intereses de México y defender a todos y cada uno de los ciudadanos de México, estén donde estén.

 

Y tienen que hacerlo haciéndose respetar. Y haciéndose respetar serán respetados.

 

Por tanto, si hay un gesto de mano tendida, es siempre desde el respeto. Porque hay una cosa clara: si Trump cumple con lo que ha dicho en la campaña electoral, será un adversario de los intereses de México y de los mexicanos. Y eso hay que dejarlo claro”.

 

Hasta aquí la respuesta de Felipe González.

 

Sirva ésta para sugerirle al equipo de Enrique Peña Nieto armar un discurso más apropiado y más a la altura del desafío que representa para los mexicanos el arribo de Trump a la Casa Blanca.

 

Mostrar una posición con la que en verdad nos demos a respetar.

 

El PAN y la Belisario.- La bancada de Acción Nacional llegó al final con tres nombres para decidir a quién entregarle este año la medalla Belisario Domínguez:

 

-El de Manuel J. Clouthier, su candidato presidencial en 1988. Hombre apasionado, luchador por la democracia y feroz crítico de los medios entregados al poder.

 

 

-El de Arturo X, mando militar sobreviviente de la emboscada perpetrada contra miembros del ejército en Culiacán, Sinaloa, en septiembre pasado, en la que murieron cinco soldados. Rescató a varios de sus compañeros heridos.

 

-Y el de Gonzalo Rivas, quien murió al tratar de evitar la explosión de una gasolinera a la que prendieron fuego normalistas de Ayotzinapa el 12 de diciembre de 2011.

 

La votación de los senadores del blanquiazul estaba dividida. Algunos se pronunciaron por el militar. Consideraban que era una manera de rendir homenaje al ejército mexicano. Y además, apuntaban, entregarían la presea a alguien con vida.

 

Otros se pronunciaron por Rivas, el “héroe anónimo” impulsado por algunos intelectuales –Luis González de Alba (qepd) lo propuso– y periodistas. Fue el ganador.

 

En la decisión de los panistas pesó más el quedar bien con los medios, y “golpear” a los normalistas de paso, que reconocer a un soldado del ejército mexicano.

 

GEMAS. Juguetón obsequio del senador panista Luis Fernando Salazar: “Nosotros tenemos un problema para cada solución”.