Pues ahora resulta que los Chuchos, principales accionistas del PRD, quieren despedir a la “resucitadora” que ellos mismos contrataron hace unos meses, argumentando que los traicionó al aliarse con aquellas tribus que quieren darle cristiana sepultura a ese organismo político, que desde hace un buen rato fue declarado “in artículo mortis”.

 

 
Los Chuchos y algunos incondicionales insisten en que la franquicia todavía es un buen negocio, por lo que hay que mantenerla viva, aunque sea con tanques de oxígeno, para que llegue a la elección presidencial de 2018 y se puedan cobrar los dividendos. El problema es que en junio próximo tiene que pasar por la elección del Estado de México, donde “podría estirar la pata”.

 

 
Lo que no quieren reconocer aquéllos es que el PRD, convertido desde hace años en una impresentable pandilla de políticos desprestigiados, se hunde cada vez más, mientras sigue imparable el éxodo de sus militantes más emblemáticos (es un decir), que corren a refugiarse –aunque lo niegan– con Andrés Manuel López Obrador, quien les ha prometido “vida después de la vida” en Morena.

 

 
¿Qué tiene que ver la señora Barrales en el éxodo de perredistas? Preguntan algunos despistados. Pues bastante, apuntan sus detractores y explican: El 16 de julio de 2016 fue electa presidenta nacional del PRD, para hacerles creer a los militantes que tendría la capacidad de unir a las tribus, hordas, bandas, pandillas, mafias… que pululan en el PRD, para enfrentar a sus enemigos políticos, empezando por los que existen en el partido. Pero pronto descubrieron que todos los días les daba “atole con el dedo”, haciéndoles creer que la organización estaba más viva que nunca, que eran competitivos, que sin alianza podrían enfrentar con éxito la elección del Estado de México… y otras ilusiones.

 

 
Pocos fueron los que advirtieron que el objetivo de Ale era jugársela con Andrés Manuel López Obrador para 2018, porque es el único que puede recompensarla, políticamente hablando.
De manera pues que si los Chuchos creyeron que la señora Barrales iba a evitar que enterraran al PRD, se pasaron de ingenuos.

 

 
AGENDA PREVIA

 

 
El procurador federal del Consumidor, Ernesto Nemer, cumplió un año en el cargo, lapso en el cual ha desarrollado una intensa actividad para defender a los consumidores de los abusos del comercio organizado de todos los tamaños que, después del “gasolinazo”, quisieron “hacer su agosto en pleno enero”, incrementando los precios de algunos productos injustificada y desproporcionadamente.
Tan sólo en el mes de enero, Nemer se vio en la imperiosa necesidad de emitir casi 27 mil requerimientos de información a productores, industriales, distribuidores y proveedores de sectores prioritarios para conocer los componentes del precio en los productos de consumo básico y detectar alzas injustificadas en la cadena de producción, lo que no cayó nada bien al dirigente de la ANTAD y a sus agremiados, quienes “se rasgaron las vestiduras” diciendo: ¡Nos quieren imponer un control de precios! Finalmente, se mostraron sumisos ante la Procu y tuvieron que soltar la información requerida.

 

 

 
Entre enero y febrero, la Profeco realizó un despliegue de verificación estratégica en tortillerías y gasolineras del país para detectar y sancionar a quienes no dan kilos de a kilo, ni litros de a litro. Así, de las 11 mil 469 estaciones de servicio, mil 200 fueron verificadas y “cacharon” en irregularidades a casi 500, de las cuales 117 se hicieron merecedoras a sanciones económicas por 45 millones de pesos en conjunto. Vale la pena destacar que la verificación de las gasolineras creció de 2015 a 2016 más del 115% (de tres mil a más de seis mil). Prácticamente en ese mismo porcentaje se duplicaron las multas (de 154 a 316 millones de pesos).

 

 

 
¡Se ve, se siente, la Profeco está presente! Exclaman algunos.