El debate es necesario: ¿ha llegado la hora de estipular una edad mínima para jugar futbol profesional?

Hasta ahora el rango ha sido definido por el cuerpo de los muchachos: es cuestión de que asomen los músculos, de que se les vea una estatura prudente, de que se perciba cierta madurez física en el adolescente en turno, para que su director técnico decida debutarlo.

Esta semana, por ejemplo, apareció con el Fulham en la copa de la liga, un mediocampista de 15 años llamado Harvey Elliott.
Más allá de la siempre fascinante historia de cómo hizo un examen por la mañana en la secundaria y horas después estaba disputando un cotejo con señores, el análisis debe ir en dos sentidos.

Primero, que no siempre llegar antes garantiza mayor éxito. Son innumerables las promesas que en eso quedaron tras emerger mucho antes de la mayoría de edad. Jóvenes a los que perjudicó más que benefició tan prematura celebridad.

Segundo, que quizá sea urgente mirarse en el espejo de la gimnasia olímpica (mínimo 16 años) para regular esa materia…, y eso sin olvidar que Nadia Comaneci tocó el cielo siendo menor en Montreal 76, antes de que se implementara esa normativa. ¿Por qué razón? Porque debutar tan pronto lleva a que el futbolista se vea en definitiva despojado de su infancia, sea sometido a presiones excesivas, carezca de toda educación y se enfrente a riesgos físicos para los que su humanidad puede no estar preparada.

Por supuesto, historias como las de Pelé, Maradona, Ronaldo, Raúl, Messi, Cristiano, Mbappé, todos brillando a gran escala desde los 17 años, pueden convencernos de que lo ideal es buscar el debut más inmediato. Como sea, eso sólo depende de cada caso, habiendo individuos listos tanto en mente como en cuerpo.

A propósito de Harvey Elliott, hay dos ejemplos paradigmáticos en las islas británicas.

Cuando se acercaba el Mundial 2006, Sven Göran Eriksson decidió convocar a un velocísimo ofensivo de 16 años llamado Theo Walcott, inédito todavía en Premier League. Walcott alcanzó buenos niveles de futbol, aunque de ninguna manera acorde a lo que entonces se esperaba. Basta con decir que el único Mundial al que ha acudido es ese: ni a Sudáfrica, ni a Brasil, ni a Rusia fue llevado.

Por otro lado, Wayne Rooney saltó a la fama a los 16 años anotando un golazo al Arsenal. No exento de ciertas polémicas, se convertiría en el máximo goleador de la selección inglesa lo mismo que del Manchester United: caiga mejor o peor, es una gran leyenda del balompié británico.

¿Hace falta fijar un límite, más allá que el fijado por la anatomía y desarrollo físico de cada jugador? Mientras la edad de los debutantes continúe bajando, es posible que sí.

Twitter/albertolati

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