No sólo es la rutilante calidad y abrumadora superioridad de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo respecto al resto de sus contemporáneos; es, sobre todo, la longevidad, esa prodigiosa capacidad para perpetuarse en la cima por períodos que muy pocos a lo largo de la historia han conseguido; sería discutible clamar que nadie nunca hizo lo que ellos han hecho; es imprescindible aclarar que poquísimos lo lograron por más de una década y a la razón de hasta dos veces por semana.

Traigo eso a colación tras la declaración de Antoine Griezmann insinuando que ya se puede sentar en su mesa. Por supuesto, él ha sido la figura más reconocible de una selección que en dos años ha sido subcampeona europea y campeona mundial, logro ese último que ya quisieran no sólo Messi y Cristiano, sino leyendas de la dimensión de Alfredo Di Stéfano, Stanley Matthews, Ferenc Puskas, Johan Cruyff, Michel Platini, Zico.

Sin embargo, Griezmann habrá de comprender que la distancia es aún mucha. Nadie puede dudar que pertenece al segundo escalón de la pirámida, donde es acompañado por no más de cinco estrellas. Tremendo mérito para quien saliera de Francia al inicio de la adolescencia e hiciera una espléndida carrera primero en la Real Sociedad y luego en el Atlético de Madrid.

No obstante, sus registros goleadores no llegan ni a 200, una cifra que a sus 27 años, tanto el portugués como el argentino ya habían dejado muy lejana. Algo parecido podemos decir de su repercusión para su escuadra. No es lo mismo ser la estrella del equipo, que en los ratos de emergencia convertirse en el equipo mismo.

Para sentarse en la mesa de esos dos titanes, no basta con ganar un Mundial o un par de Balones de Oro: será necesario sostenerse ahí, año con año, partido a partido, por más de una década. Visto el panorama actual, sólo Kylian Mbappe apunta hacia esas alturas, sí y sólo sí, cumple con un inconmensurable desafío: seguir creciendo y alargar su estadía en la élite por no menos de diez años.

¿Por qué me he referido tanto a la durabilidad del dominio y tan poco a un año o temporada en específico? Porque eso es, en primera instancia, lo que aleja a Griezmann de la mesa en la que supuso ya poseer asiento. Dos o tres años de calidad top, más otros dos de buen futbol, no bastan ni remotamente para una silla en semejante estratósfera.

Twitter/albertolati

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