Aprovechando este último informe de gobierno y las constantes cápsulas del Presidente Enrique Peña nieto, volvemos a puntos reflexivos.

En aquel 2012, tras el resultado electoral a favor del presidente actual Enrique Peña Nieto, se generó una gran expectativa donde “el nuevo PRI” regresaba a gobernar. El resultado de los mercados entre julio y diciembre de ese año fue de un tipo de cambio que mostró una revaluación del 4% y el mercado accionario vivió un rally de alza del 9%.

El trabajo de llevar a cabo reformas estructurales y conseguirlas dentro del Congreso fue una hazaña que no habíamos visto en sexenios pasados. La posibilidad de crecer a tasas mayores generó la entrada de inversión directa. Todo iba bien, muy bien, pero, ¿Qué pasó?

Como antecedente, en los últimos tres años de la administración de Felipe Calderón, el crecimiento promedio de la economía fue superior al 4.0%, aunque todo el sexenio fue del 1.87% por la caída del 2009 por la crisis subprime que llevó a que la economía se contrajera 5.3%.

La reforma hacendaria tuvo un efecto negativo en las empresas, pero generó un aumento en los ingresos tributarios que lograron acolchonar la fuerte caída de los precios del petróleo en 2014. Estos pasaron del 8.3% al 13.1% del PIB.

La reforma de telecomunicaciones por ejemplo, generó una caída en los costos de los usuarios, aumentó en forma importante el número de usuarios de internet pasando de 40 a 71 millones de personas del 2012 al cierre 2017.

La reforma energética generó a través de las diversas licitaciones más de 100 mil millones de dólares de inversión directa futura.

Una creación histórica de empleos y otras cosas positivas. Sin embargo, el gobierno dejó hacer y deshacer a funcionarios y gobernadores lo que quisieron, y el tema de corrupción también está siendo histórico en toda la estructura gubernamental, lo que llevó a un sentimiento de hartazgo. Además, imperó la impunidad cuando a simple vista, eran evidentes muchos casos de corrupción.

Presumieron grandes cosas para dar certeza a la seguridad nacional y al final, todo fue contraproducente. Hoy México vive con un clima de inseguridad muy fuerte.

Es triste que grandes reformas se vieran opacadas por la corrupción, la impunidad y la inseguridad. De ahí el cambio radical por el que optó la sociedad. Ahora, estamos a la expectativa de conocer el Presupuesto 2019 para ver hacia a dónde irá el gasto.

Sabemos de la intención de los programas sociales, pero quisiéramos ver una mayor inversión pública y un trabajo sumamente profesional en el Congreso al tener un control prácticamente “total”. La responsabilidad sobre el nivel de deuda será crítica.

Nuestra pregunta es si el nuevo gobierno logrará que en su primer año de administración, el crecimiento económico sea mayor al del 2018. Por lo general, en el primer año de las administraciones, el crecimiento es menor.

PIB anual en los últimos 4 sexenios (%)

Juan Ángel Espinosa