Más que un decir, una realidad: se juega como se entrena.

Difícil apelar a que las cosas serán diferentes durante el debut en plena Copa del Mundo, cuando en las sesiones previas (ya sea en una práctica o en cotejo amistoso), la entrega no ha sido la idónea.

Ahí tenemos a Leroy Sané, uno de los mejores futbolistas de la nueva generación, figura del Mánchester City campeón de Inglaterra, llamado a deslumbrar con su desequilibrio en Rusia 2018, cortado de la lista de Alemania porque (cito a Joachim Löw), “no lo ha dado todo en los partidos”.

El seleccionador germano asume un inmenso riesgo (como en España con Álvaro Morata, como en Argentina con Mauro Icardi, como en Bélgica con Radja Nainggolan), parte de la administración de la abundancia de la que ya hemos escrito antes: en ocasiones es tan difícil para un entrenador que sobre talento como que falte.

Löw ha antepuesto a dos de las mayores figuras alemanas de la camada anterior (Marco Reus y Julian Draxler), por mucho que su presente no luzca superior al de un Sané que viene de un temporadón en la Liga Premier. Reus por sus constantes lesiones, Draxler por la suplencia desde que Mbappe y Neymar llegaron al París Saint Germain, no se encuentran en el mejor de los ritmos. Como sea, habrán hecho algo que no hizo el joven delantero para convencer al DT.

En términos de coherencia, eso choca con la decisión relativa a la portería: otorgar la titularidad a Manuel Neuer, inactivo desde hace varios meses, y no a Marc-Andre Ter Stegen, acaso el mejor portero de Europa durante la última campaña. ¿Por qué diferenciar? ¿Por qué en un caso implementar la meritocracia y en otro no? Sólo Löw podrá responder. Ese mismo Löw que, sabe, todo lo que implique volver a casa antes de semifinales será un fracaso (lo mínimo cosechado por la Mannschaft desde 2006) y nada más se le aplaudirá si refrenda el título.

Alemania jamás había dispuesto de tanto futbol. Cracks que en esta ocasión ya están de vacaciones, hubieran sido titulares en otras Copas del Mundo. Fenómeno que antes era exclusivo de Brasil o Argentina, y que, con base en trabajo, hoy España o Francia también exhiben.

Su problema es que casi nunca quien ha tenido más estrellas fue el campeón: de la Austria de los treinta, a la Hungría de los cincuenta, a la Holanda de los setenta, a la Francia o el Brasil de los ochenta, la lección es que para levantar la Copa FIFA no basta con enlistar a más cromos que nadie.

Löw, con experiencia de tres Mundiales, lo sabe. Quizá por eso flexibiliza el valor del mérito: en un joven como Leroy Sané ha sido imperdonable el no darlo todo; en un veterano como Manuel Neuer se ha valorado la experiencia y no la actualidad.

Ante sí (y ante el Tri, en pocos días), la mejor Alemania de la historia y, por ende, también la más presionada.

Twitter/albertolati

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