En este año se cumplen 58 años que se celebró el primer debate televisado en la historia de Estados Unidos. El joven candidato demócrata John F. Kennedy dedicó el tiempo necesario para preparar su participación, en tanto Richard Nixon, candidato republicano, prefirió pasar por alto su preparación y se presentó, soberbio, directo al lugar de la transmisión. El resultado final de esa elección, después de otros dos debates, dio como vencedor a Kennedy como Presidente de la Unión Americana.

El debate del domingo pasado, entre los candidatos a la Presidencia de México, concluyó con el resultado esperado: Ricardo Anaya, abanderado de la coalición Por México al Frente -integrada por los Partidos de la Revolución Democrática, Acción Nacional y Movimiento Ciudadano-, fue el vencedor. A lo largo del debate fue el aspirante que mejor planteó una estrategia bien definida, diagnósticos más precisos, además de exponer planteamientos y propuestas más realistas.

Ricardo Anaya, como aquel joven demócrata, dedicó el tiempo necesario para su preparación en lo que fue la primera presentación de los candidatos ante el electorado con el fin de exponer su proyecto y marcar los contrastes que definen cada propuesta política.

A la retórica de siempre del Peje, Anaya presentó propuestas; ante la labia pejista, Anaya desenmascaró las mentiras y falsedades en las que se cimienta la otra campaña. Mientras el Peje se removía en su gastado discurso, Anaya planteó lo que para la coalición de los tres partidos representa el cambio de régimen que se propone. El Peje ve al pasado; Ricardo Anaya y el Frente por México ven un futuro.

El del domingo pasado es el primero de tres debates. El segundo encuentro será en la ciudad de Tijuana, el 20 de mayo, con los temas de comercio exterior e inversión, seguridad fronteriza y combate al crimen trasnacional y derechos de los migrantes. El tercer debate se realizará en la ciudad de Mérida, Yucatán, el 12 de junio, con el tema economía y desarrollo.

No tengo duda en pronosticar que, como el primero, el joven representante de la coalición nuevamente se alzará como vencedor de ambos encuentros. El contraste de campañas así lo revela. Son dos proyectos para México lo que está en disputa el 1 de julio. El primero de la coalición Por México al Frente y su candidato, Ricardo Anaya, y el proyecto personal que lleva más de 12 años pregonando más de lo mismo; cambiar para que nada cambie.

Pero lo más importante es que mi apreciación no parte de un análisis subjetivo; es compartido por millones de mexicanos que ahora confirmaron que Anaya es el gran vencedor.