Un documental sobre los niños soldados, llevó a la dramaturga Suzanne Lebeau a cuestionar en un texto a un grupo de estudiantes de Quebec: ¿los adultos tenemos derecho de hablarles a los jóvenes de estas cosas difíciles del mundo que probablemente no conocen?
A partir de ello. Lebeau presentó la obra de teatro “El ruido de los huesos que crujen”, que se presenta en la en la Sala Héctor Mendoza de la Compañía Nacional de Teatro (CNT),
La puesta reflexiona con un sentido de esperanza en el futuro sobre la realidad que viven estos menores en situaciones tan dramáticas.
“El ruido de los huesos que crujen” presenta a “Elikia”, una niña de 13 años, conoce al pequeño “Joseph”, quien la impulsa a huir del campamento rebelde en medio de una guerra civil con la intención de cortar la cadena de violencia a la que está sometida.
En su camino, una enfermera (Luisa Huertas) les brindará su ayuda e impulsará a Elikia para que cuente su desgarradora historia a manera de un diario que es leído como testimonio en un tiempo presente en el montaje.
La obra también maneja la temporalidad del pasado al mostrar la convivencia entre los niños y sus experiencias después de escapar del campamento rebelde.
Con una escenografía que nos busca presentar una imagen concreta, sino sugerir dos espacios distintos que se entrecruzan en el relato, El ruido de los huesos que crujen se convierte en un texto a dos voces que muestra la huida, las dudas y miedos de dos niños en busca de regresar a una vida civil.
El ruido de los huesos que crujen inició temporada el pasado 6 de julio y estará abierta al público hasta el 28 de julio, y posteriormente tendrá una segunda fase de temporada del 17 de agosto al 15 de septiembre en la Casa de la Compañía Nacional de Teatro.