América Latina dio un salto en la transición de familias numerosas y matrimonios precoces hacia uniones tardías y el aplazamiento de la maternidad. Este cambio social, que en los países ricos tardó 50 años, ha ocurrido en menos de la mitad del tiempo.
Según los resultados de un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona publicado por la revista The Economist, cuando los países comienzan a desarrollarse sus patrones de población cambian de dos maneras.
En primer lugar pasan de altas tasas de natalidad y mortalidad temprana a bajas tasas de natalidad y mayor esperanza de vida. Durante este proceso, la población crece rápidamente al principio, y después más lentamente. El principal indicador de la recesión es una disminución de la fertilidad. América Latina ha avanzado mucho a lo largo de este primer cambio demográfico.
La investigación encabezada por Albert Esteve de la universidad española, la tasa de fecundidad de Brasil es ahora de 1.8 niños por mujer, al igual que en Chile. Esto está por debajo de la tasa de reemplazo de la fertilidad (2.1, que estabiliza la población en el largo plazo). Dicha tasa es más baja que en Estados Unidos, donde se ubica en 1.9.
Así, en promedio, América Latina y el Caribe vio caer su tasa de fecundidad de casi 6.0 en 1960 a 2.2 cinco décadas más tarde. En Estados Unidos y Europa este paso tomó el doble de tiempo.
El segundo cambio se observa en el hecho de que en América Latina, conforme las familias se hacen más pequeñas, se observan también otros fenómenos como el divorcio, la postergación del matrimonio, la cohabitación y las madres que tienen hijos cuando son mayores. En Europa y Estados Unidos este segundo conjunto de cambios se puso en marcha una vez que el descenso de la fecundidad había tomado su curso.
En América Latina, por el contrario, la cohabitación y la postergación de la maternidad están en auge, mientras que las tasas de fecundidad siguen cayendo.
La mayoría de los países se dirigen a tasas de cohabitación de dos terceras partes de su población, más que en Asia y gran parte de Europa.
El cambio ha sido liderado por las mujeres con menos educación y está ocurriendo a pesar de la difusión de la alfabetización de las mujeres. En Brasil y Costa Rica, las tasas de cohabitación son de más de 50% de las mujeres con educación primaria, pero sólo por debajo del 30% entre los titulados universitarios.
La cohabitación comienza estableciéndose entre los menos educados, luego se extiende a las personas con mayor escolaridad: una difusión de abajo hacia arriba. Por el contrario, el retraso en la maternidad comienza con los graduados universitarios y se extiende hacia abajo.
Europa, Norteamérica y Asia del Este han experimentado los descensos de la fecundidad antes de la segunda ronda de cambios en la población (postergación de nacimientos y uniones tardías). Esto significaba que cosecharon su llamado “bono demográfico” primero, lo que ayudó a crear sociedades más ricas, con servicios sociales más amplios antes de los costes del envejecimiento.
América Latina es diferente: está sacando provecho de su dividendo demográfico, pero todavía está luchando para crear buenos sistemas educativos y establecer sistemas de seguridad universal. Tratar de hacer todo a la vez es más difícil.