En tanto persistan las dudas sobre los efectos del maíz transgénico en la salud, los gobiernos de México y el mundo tienen la obligación de apegarse al Protocolo de Cartagena y frenar la producción y comercialización de estos cultivos.

 

Julio Muñoz Rubio, investigador del Centro de Investigación Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, de la UNAM, explicó que dicho “principio precautorio” está establecido en el protocolo suscrito por México en 2003, por lo que debe cumplirse hasta que haya resultados contundentes sobre la seguridad de estos cultivos.

 

El 11 de septiembre de ese año entró en vigor el Protocolo de Cartagena, el primer acuerdo internacional que rige la transferencia, manejo y uso de organismos vivos modificados por medio de la biotecnología moderna. Con este tratado se esperaba fomentar el uso seguro de transgénicos, tema que despierta una encendida polémica global, liderada por Estados Unidos y Europa.

 

El debate se reavivó recientemente tras la publicación del estudio realizado por el investigador francés Gilles-Eric Seralini, quien dio seguimiento durante dos años a ratones alimentados con maíz trangénico.

 

Según los resultados publicados por la revista Journal Food and Chemical Toxicology, los animales alimentados con maíz transgénico desarrollaron cáncer, tumores y su expectativa de vida disminuyó ocho meses, en comparación con el grupo que no consumió este tipo de grano; no obstante, científicos en México y el mundo señalaron que los datos no son contundentes.

 

“Mientras se demuestra si existen los daños a la salud o no, la pregunta es ¿qué se hace en este momento? Lo mejor es apegarse al nivel precautorio del protocolo”, dijo Julio Muñoz Rubio en entrevista.

 

Ayer, 24 Horas dio a conocer que los científicos mexicanos cuestionaron la investigación realizada durante dos años en 200 ratones, ya que la especie de los roedores (virgin albino sprague dawley) tiende a desarrollar tumores cancerígenos, además de que se desconoce la forma de almacenamiento del maíz y los resultados, según dijeron, no son muy claros.

 

Desde 2003, cuando comenzó la siembra de transgénicos y se firmó el protocolo se han realizado más de 180 estudios distintos que aseguran la inocuidad de este tipo de alimentos para el ser humano.

 

Sin embargo, Adelita San Vicencio, integrante de la campaña Sin Maíz no hay País, añadió que existen otros 50 estudios contundentes que revelan lo contrario, incluyendo los dos realizados por Seraline.

 

Al respecto, Muñoz Rubio dijo que todos estos estudios advierten un riesgo para la salud, aun con las fallas que presentan, ya que la ciencia también puede tener errores. Además, dijo, se deben tomar precauciones como detener la siembra y comercialización de transgénicos.

 

Hasta el momento México ha autorizado 15 permisos para cultivar maíz y soya en Sinaloa y Tamaulipas en un programa piloto. Se estima que en cinco años podrían estar autorizadas las primeras siembras para su comercialización, de acuerdo con Vladimir Cachón, director del departamento de Ingeniería en Biotecnología del Tecnológico de Monterrey.