Las altas tasas de fecundidad en los países en desarrollo, principalmente entre los adolescentes, es una de las causas que ha influido en el acelerado incremento de la población mundial, lo que trae consigo importantes desafíos para estas regiones.

 
De acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), cada día, en los países en desarrollo 20 mil mujeres menores de 18 años dan a luz, cifra que representa 95% de todos los partos en adolescentes que acontecen a nivel global.

 
En el caso de México, el onceavo más poblado del mundo, con poco más de 118 millones de habitantes, ocupa el primer lugar entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) por embarazos en adolescentes y jóvenes entre 15 y 19 años.

 
De entre las 34 economías más importantes del planeta, México tiene la tasa de natalidad más alta en jóvenes de entre 15 y 19 años: 64.2 por cada mil nacimientos, mientras que Suiza tiene la más baja con 4.3.

 
La UNFPA estima que en la segunda mitad del Siglo XX la población del planeta se incrementó dos veces y media más de la que había antes de 1950, y la tendencia continúa al alza.

 
Tan sólo entre la década de 1970 y el año 2000 la población mundial pasó de cinco mil millones a seis mil 100 millones, mientras que para 2013 (en menos de la mitad del tiempo) hubo un incremento similar de más de mil millones de habitantes.

 
De los siete mil 200 millones de personas que habitan el planeta, 82.5% se localiza en las naciones de menor desarrollo. La reducción de la mortalidad en las regiones menos adelantadas y las altas tasas de crecimiento y fecundidad en estos países han sido los principales factores en el incremento de la población mundial.

 
La instancia adscrita a la ONU advierte que “en los países más pobres, las altas tasas de fecundidad perjudican el desarrollo y perpetúan la pobreza”, debido a que con el aumento y concentración de la población se incrementa la demanda de servicios relacionados con la salud, educación, vivienda, agua potable, alimentos, entre otros, así como las dificultades de satisfacerlos, lo que propicia un contexto de alta vulnerabilidad que restringe el desarrollo de la población.

 
Es por ello que uno de los desafíos demográficos para estas regiones es disminuir la fecundidad, aspecto que no ha sido homogéneo en el mundo, y cuyas tendencias al alza en naciones pobres se traducen en desafíos que, de no atenderse, pueden constituirse en un obstáculo para lograr un desarrollo humano sustentable.

 
En contraste, la UNFPA advierte que en los países desarrollados los desafíos son de otra índole: la reducción en las tasas de fecundidad y un aumento en la esperanza de vida, lo que produce un proceso de envejecimiento demográfico, una tendencia que amenaza con asfixiar sus economías debido a la baja en mano de obra.

 

 

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