La proximidad de la vacuna contra el Covid-19 es sin duda una buena -una gran- noticia, pero no es la panacea.
De acuerdo al calendario propuesto ayer por la Secretaría de Salud para vacunar a los mexicanos, la pandemia estará vigente en el país y probablemente en el mundo hasta el 2022.
En el país, tan dados a festejar antes de tiempo, el calendario muestra las dificultades propias que entraña distribuir y vacunar a 129 millones de personas, algo que ni en el mejor de los escenarios se podrá lograr en un año.
El calendario establece que de lo que resta de diciembre a febrero próximo, sólo será vacunado el personal de salud, los que están en la primera línea de combate al virus.
De febrero a abril, se vacunará a las personas de más de 60 años y más; de abril a mayo se vacunará a las personas de 50 a 59 años; de mayo a junio a las personas de entre 40 y 49 años y de junio a marzo del 2022 al resto de la población.
Cómo se puede ver, de acuerdo a esta calendarización ni los niños ni los adolescentes serán vacunados antes de junio próximo.
La razón es que la estadística demuestra que ese segmento de la población es el que menos contagios y muertes registra a nivel nacional y global.
Por ello el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, anunció que a partir de enero, si las autoridades estatales lo deciden, los alumnos de estados con semáforo verde podrán regresar a las clases presenciales (Chiapas, Campeche y Veracruz), pese a que en la mayoría de las entidades federativas experimentan un repunte.
El calendario prioriza la salud de los adultos mayores pero deja hasta mayo el inicio de la vacunación para el grueso de la población económicamente activa.
Ello implica un riesgo, sin duda, para ese segmento, que es el de mayor movilidad y por ende para la recuperación de la economía.
De acuerdo con este calendario, parece que el Gobierno le apuesta a la fortaleza del sector salud…Y al acatamiento de las medidas preventivas, lo cual es un volado.
Ojalá el Gobierno pudiera hacer una campaña para advertir que la vacuna tardará meses en llegar a cada uno de nosotros y por lo tanto, no se debe bajar la guardia, por muy importante que sea levantar a nuestra alicaída economía.
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Morena le sigue guardando, literalmente, algunas cuentas pendientes al Gobierno de Enrique Peña Nieto.
Ayer la Cámara de Diputados rechazó aprobar la cuenta pública correspondiente al último año del sexenio peñista por haber rebasado en 336,819 millones de pesos el presupuesto asignado para el 2018.
Esa es la parte, digamos, técnica.
La otra, la subjetiva que depende en mucho de la directriz política, es que de acuerdo al presidente de la Comisión de Hacienda, obviamente de Morena, Erasmo González Robledo, es que los “avances en el cumplimiento de los objetivos de los programas nacionales sectoriales tuvieron un impacto marginal en beneficio de la sociedad’’.
Por eso no se aprobó la cuenta pública.
Esta muy bien que revisen con lupa los gastos.
Pero está mejor que el diputado González haya establecido un nuevo parámetro o criterio para juzgar así las cuentas de todas las administraciones, incluyendo la actual.
¿Hay menos pobres gracias a los programas sociales promovidos por este Gobierno? ¿Hay más empleos? ¿Se cumplieron las metas del programa presupuestal anual?
En suma, ¿México está mejor que hace dos años?
LEG