El creciente número de contagios y fallecidos por Covid-19 refleja simplemente el fracaso de la estrategia gubernamental para contener la pandemia.

Todas las proyecciones del subsecretario Hugo López-Gatell fracasaron estrepitosamente.

Ni el pico fue en mayo, ni en junio ni en julio; la Organización Mundial de la Salud prevé que será en este agosto cuando el Continente Americano alcance el famoso pico.

Pero ello dependerá de que en los países con mayor número de casos -muertos y enfermos- apliquen las restricciones sanitarias correspondientes.

En México hay campañas de la sociedad civil, retos en Facebook y en otras redes sociales, en las que se invita a la población a utilizar el ninguneado cubrebocas.

Cientos de miles de páginas se han escrito al respecto; pero la conclusión es que efectivamente el cubrebocas sí sirve para contener el virus.

En México la Secretaría de Salud no sólo desestimó el uso del producto sino que los desalentó.

Una y otra vez el subsecretario López-Gatell dijo que “no había evidencia científica’’ que probara la eficacia del cubrebocas para combatir al virus.

No era combatirlo sino detener su propagación.

Ahora, 50 mil muertos después, la Secretaría de Salud recomienda a todos -casi suplica- que se pongan el cubrebocas, justo cuando la pandemia luce fuera de control.
Se busca que los gobernadores sean los responsables en los estados de contener los contagios y número de muertos, pero se quiere compartir la responsabilidad de manera impositiva, hostil de parte de las autoridades federales, cuando el daño ya está hecho.

No mintió el secretario del Medio Ambiente Víctor Toledo cuando afirmó que este Gobierno está lleno de “contradicciones brutales’’: primero que no, luego que quién sabe y ahora que sí.

No será el Gobierno federal el que convenza a la población del uso de cubrebocas y de acatar el resto de las medidas sanitarias.

Está siendo la población, algunos líderes en sus sectores, deportistas, actores, actrices, las que convoquen al uso del cubrebocas, mientras el Gobierno se ocupa en repartir culpas y pretextos.

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Los dardos que está soltando Emilio Lozoya -mejor dicho, los que se han filtrado-, curiosamente atacan directamente a algunos ex senadores del PAN, tres de ellos gobernadores y ningún señalamiento se ha filtrado en contra de sus ex jefes priistas.

Porque eso del “número 1’’ y el “número 2’’, podría resultar cualquier cosa que le convenga al acusado.

La estrategia contra los panistas es tan silvestre que cualquiera la ve.

El PAN es la única oposición medianamente articulada que puede hacerle frente a Morena, no solo en el 2021 sino en el 2024.

Los gobernadores de Querétaro, Francisco Domínguez, y el de Yucatán, Mauricio Vila, figuran entre los mejor calificados en todas las encuestas serias.

Domínguez fue señalado como uno de los posibles senadores que pudieron haber recibido dinero de parte de Lozoya para aprobar la reforma energética, pero ante la acusación el panista solo guardó silencio.
Ahora falta conocer quiénes del PRI, además de David Penchyna, forman la trama del enfermo que vino a curarse… en salud.

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Contrario a lo que ocurre con el Gobierno federal, la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, ha sumado puntos por la forma en la que ha manejado la pandemia.

La ocupación hospitalaria en la capital comienza a descender gradualmente, lo que sin duda es una buena noticia.

La funcionaria está empeñada en realizar el mayor número de pruebas en aquellas colonias que se han señalado como focos de contagio y ha tenido buenos resultados.

Quizá es poco el avance ante la magnitud del problema, pero algo es algo.

 

CS