Si para México el 2020 se anticipa como un año de múltiples retos, para el mundo será, sin duda alguna, un periodo de alto riesgo en términos de seguridad y estabilidad. La reciente crisis entre Estados Unidos e Irán así ha venido a recordarlo.
La esperada respuesta de Teherán ante la ejecución, por parte de Estados Unidos, del General Qasem Soleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria de aquella nación persa y uno de los hombres más carismáticos del régimen, tiene al mundo en estado de alerta. Y las razones para ello no son menores. Irán posee actualmente un ejército de al menos medio millón de elementos, fuerzas especiales que operan en el extranjero, misiles de corto y mediano alcance y armas no convencionales como drones que han logrado invadir espacios aéreos como el de Israel.
Sin embargo, el mayor riesgo radica en su capacidad para el desarrollo de la industria nuclear. Pese a las sanciones aplicadas por Occidente, Irán ha logrado consolidar, de forma constante y creciente, una industria que podría colocarlo en condiciones de fabricar armamento de este tipo, con los riesgos que ello implica para el mundo.
Irán tiene control sobre el Estrecho de Ormuz, un pequeño canal que divide al Golfo Pérsico del Golfo de Omán, que es paso obligado de todas las embarcaciones provenientes de Arabia Saudita, Bahréin, Kuwait, Qatar y Emiratos Árabes Unidos y por donde transita al menos una quinta parte del petróleo que se consume en el mundo.
Difícil saber si Donald Trump evaluó la capacidad de respuesta que Irán puede tener en este tipo de escenarios. Sin embargo, lo que hoy se sabe es que los liderazgos políticos y religiosos de Irán están dispuestos, como lo han expresado, a “una severa venganza” en contra de Washington.
Y esa respuesta, que será “proporcionada”, de acuerdo con Teherán, podría estar dirigida a afectar los intereses económicos de Estados Unidos en la región con miras de generar inestabilidad para el Gobierno estadounidense de cara a las elecciones presidenciales de este año. Tampoco sería descabellado imaginar un ataque a propiedades del presidente Trump en esa región.
Ante esta crisis, el papel de México podría resultar irrelevante si no se tomara en cuenta su posición geográfica y su cercanía con Estados Unidos. Hace bien la Secretaría de Relaciones Exteriores en apegarse a una postura conservadora, mesurada y promotora del diálogo como vía para la solución de las controversias.
Recordemos que, en 2021, México ingresará al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en calidad de miembro no permanente por un periodo de dos años. Se trata de una apuesta delicada en un momento en el que el mundo enfrenta una de las más graves tensiones de las últimas décadas.
Segundo tercio. Sí, la apuesta es complicada. Formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU trae, invariablemente, tensiones con Estados Unidos.
Tercer tercio. Aprovecho esta primera colaboración del 2020 para enviar a los lectores de este espacio mis mejores deseos. Que este año sea de mejores perspectivas en lo personal y profesional. Gracias por su confianza.