Una serie de movimientos sísmicos en un volcán apagado de Rusia despertó la alerta de científicos ante la posibilidad de que el cuerpo volcánico despierte después de 10 mil años de inactividad.
En México, el pasado 23 de octubre se reportó en el volcán Iztaccíhuatl una supuesta explosión, después de que ha estado inactivo desde hace más de 11 mil 700 años, pero las autoridades del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) descartaron el hecho al señalar que no se registraron movimientos sísmicos en la zona.
El volcán Boshaya Udina es considerado inactivo, o extinto, pero es vecino de numerosos volcanes activos, incluido el cercano Bezymianny, que entró en erupción el 15 de marzo de 2019.
El volcán se ubica en la península de Kamchatka, y en un radio de 100 kilómetros alrededor de él habitan apenas unas 10 mil 500 personas.
Los científicos detectaron un aparente aumento en la actividad sísmica en las cercanías del Bolshaya Udina a finales de 2017, por lo que instalaron cuatro estaciones sísmicas cerca del volcán.
A partir de octubre de 2017 hasta febrero de 2019, los investigadores detectaron alrededor de 2 mil 400 eventos sísmicos, el más fuerte de los cuales fue un terremoto de magnitud 4.3 en febrero.
Al examinar cómo algunas de las indas sísmicas disminuyeron de velocidad a medida que viajaban por el subsuelo, el equipo encontró evidencia de que podría haber una bolsa de líquido, quizás magma, directamente debajo del Bolshaya Udina.
Los investigadores informaron en el Journal of Volcanology and Geothermal Research que el aumento de la actividad, junto con la posible detección de magma, podría significar que Bolshaya Udina se está despertando.
Otros científicos escépticos señalan que los datos podrían interpretarse de otra manera, pues la sismicidad podría indicar el movimiento del magma, pero la tubería debajo de los volcanes podría no dirigirse hacia el Bolshaya Udina.
dm