Como era esperado por los mercados, Banxico tomó la decisión de reducir su tasa de interés objetivo en su reunión de política monetaria el pasado 21 de marzo. Esta disminución, que llevó la tasa a un 11%, marca el primer cambio significativo después de haber permanecido en 11.25% durante varios meses. Sin embargo, esta decisión no fue unánime, con la Subgobernadora expresando su desacuerdo en un contexto de división de 4-1.

El movimiento de Banxico se enmarca en un contexto complejo, donde la inflación, la desaceleración económica y las próximas elecciones han estado en el centro de las preocupaciones. La expectativa de que el proceso desinflacionario continúe y que la inflación alcance la meta del 3% para mediados de 2025, ha sido un factor determinante en esta decisión. No obstante, lo que ahora se vuelve la gran incógnita es cómo evolucionará la tasa objetivo durante el resto del año.

Para aclarar esto, es relevante considerar el análisis de expertos como Jaime Acosta y Jonathan Heath, quienes aseguran que el Banco está evaluando su enfoque monetario tomando en cuenta dos factores cruciales. En primer lugar, se considera la tasa de interés neutral real a largo plazo, la cual sugiere un nivel que permitiría futuras reducciones en la tasa objetivo; mientras que en segundo lugar, se analiza el diferencial de tasas de interés en comparación con otras economías, como la de Estados Unidos.

En este sentido, es importante notar que, si bien la reducción de la tasa objetivo puede interpretarse como un intento de estimular la actividad económica y controlar el costo del endeudamiento, también conlleva desafíos y riesgos. La incertidumbre en los mercados internacionales, los efectos de la desaceleración económica mundial y las dinámicas de la inflación serán elementos que Banxico deberá evaluar cuidadosamente en sus futuras decisiones.

Por tanto, el optimismo expresado por la Secretaría de Hacienda en su marco macroeconómico para 2024, aunque en un contexto de crecientes desafíos económicos, refleja la búsqueda de un equilibrio entre el estímulo necesario para la recuperación y la prudencia fiscal requerida para mantener la estabilidad financiera a largo plazo.

De modo que el escenario de mayores ingresos presupuestarios estimados para el cierre de 2024, especialmente impulsados por el aumento en los precios internacionales del petróleo, contrasta con la necesidad de controlar el déficit presupuestario y asegurar una trayectoria sostenible de las finanzas públicas.

En este contexto, marcado por sus complejidades y desafíos, la reducción de la tasa objetivo por parte de Banxico refleja el comienzo de posibles cambios en el panorama económico y financiero. Esto cobra una importancia estratégica crucial para el futuro desarrollo económico del país, sobre todo considerando que nos encontramos en un entorno electoral que añade una capa adicional de incertidumbre a las decisiones económicas.

 

Consultor y profesor universitario

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