Mientras más desesperada y acorralada se vea una persona, más peligrosa se vuelve y desafortunadamente eso es lo que le está sucediendo al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien a pesar de los intentos y estrategias, no logra superar el golpe ante la investigación que sí existió por parte de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos en su contra por presuntamente haber recibido dinero del narcotráfico para financiar su campaña de 2006.

Y es que ni bien superaba las acusaciones realizadas por el medio estadounidense ProPublica, cuando otro periódico de Estados Unidos, al que el primer mandatario calificó como “pasquín”, publicó otro reportaje en el que advierte posibles vínculos de los hijos del Presidente y colaboradores cercanos a él con el crimen organizado.

Lo que al Presidente quizá se le olvidó es que The New York Times, el mismo periódico al que él calificó como “pasquín”, fue uno de los medios que contribuyó a la caída del presidente estadounidense, Richard Nixon.

Desde entonces, el primer mandatario no ha dejado de acusar a sus “adversarios” de estar detrás de estos reportajes y a la prensa de publicar lo que él califica de “falsedades” y “calumnias” pero que ha decidido no combatir por la vía legal.

Así, al verse acorralado López Obrador ha decidido emprender medidas desesperadas como declarar que por encima de la Ley está su calidad moral y la autoridad que él representa, justificando con ello, haber hecho público el teléfono de la periodista Natalie Kitroeff autora del artículo publicado en el New York Times.

Dar a conocer el teléfono de la reportera en uno de los países del mundo que está considerado como el más peligroso para ejercer el periodismo en un país donde no hay conflictos armados, es sin duda, un acto de irresponsabilidad.

El enojo del Presidente lo llevó a violar la ley y así como expuso a Natalie Kitroeff, queda claro que el primer mandatario no tendrá respeto alguno por la Ley electoral ni recato por exponer los datos que él considere necesarios para afectar a sus adversarios.

La desesperación por saber que la continuación de su proyecto denominado Cuarta Transformación se está complicando, torna al hombre que ostenta el poder en el país, a convertirse en un político peligroso, que sigue dividiendo a la sociedad y que no le importa vulnerar la división de poderes con tal de lograr su objetivo.

Con este antecedente queda la duda de qué tanto podrá influir López Obrador en los órganos electorales y en la contienda electoral.

 

Y en Pregunta Sin Ofensa:

Marco Antonio Jesús Reyes Saldívar, aclaró a Pregunta Sin Ofensa que su representado no es propietario de la empresa identificada como “Semalyn”, nunca ha figurado en la plantilla de accionistas, ni es (sic) ninguna otra posición dentro de dicha compañía. Actualmente, Marco Antonio Jesús Reyes Saldívar se desempeña como secretario general de la Unión Nacional Independiente de Trabajadores y Empleados de Limpieza (UNITYEL), organización gremial que se encarga pugnar por los derechos de miles de personas que se dedican al aseo de forma profesional en distintas empresas”.

 

    @aguilarkarina