“La vulgar ambición de Marco Cortés y aliados es un lastre para Xóchitl Gálvez. Sólo les importan sus puestos y los de sus amigos, no el país. Pierden elecciones, han dejado a los ciudadanos a un lado. Ahora sólo buscan que “X” los lleve en ancas.”

El párrafo anterior aparece entrecomillado porque es de la autoría de Felipe Calderón, expresidente de México. Seguramente lo escribió en la red social, todavía conocida como Twitter, después de leer la nota del colega Elías Camhaji, especialista en información profunda sobre temas sociales, política internacional y periodismo de investigación, del gran diario El País.

El pasado 25 de enero publicó que Alito, Marko y Jesús Zambrano están a un paso más cerca de llegar al Senado. “Los tres líderes opositores se colocaron en primer lugar de las listas de sus fuerzas políticas para la Cámara Alta… No tendrán que hacer campaña… La noticia de que han amarrado prácticamente una curul (sic) llega en medio de turbulencias internas, en un momento en que sus liderazgos son duramente cuestionados. Con todo y contra todos, los arquitectos del frente opositor han consumado su última jugada política.”

Nunca imaginó Andrés Manuel López Obrador llegar al poder con una oposición tan básica e infantil. No podría tener un mejor escenario: un triunvirato insípido para millones, que no están de acuerdo con el rumbo del país.

Un triunvirato inútil para equilibrar el partido que se pierde por goleada; un triunvirato ineficaz para entusiasmar a la sociedad, porque ellos están en lo suyo: los negocios.

Triunvirato inservible para uno de los momentos más complejos de la historia de nuestra incipiente democracia, porque lo que únicamente  les interesa es repartirse el botín.

Triunvirato vano que le da poder a sus socios, chómpiras y amigos, como Carolina Viggiano, Pablo Angulo, Cristina Ruiz, Ana Lilia Herrera, Aceves del Olmo, el “sobrino”, Moreira, Nuño, Alejandra del Moral…

Triunvirato de pena porque intentan subirse al ring contra un monstruo de mil cabezas, sin cabeza, proyecto o propuesta.

Triunvirato de aflicción y amargura porque abandonaron a centenas de miles de familias que confiaron en que habría un bloque de contención, una lucha verdadera, y que apoyaría a la candidata opositora. Esas centenas de miles de familias hoy observan con pesar las espaldas de los diminutos dirigentes.

Qué razón tiene Felipe Calderón Hinojosa: dejaron a los ciudadanos a un lado. En unos meses, y en los libros de historia en unos años, será calificada la traición de Alito, Markito y Chuchito como la peor y más dolorosa del siglo.

Sólo les importan los puestos, no el país. Será culpa del triunvirato.

Y sí señor expresidente, la vulgar ambición del triunvirato es un lastre para Xóchitl Gálvez, que obtendrá un penoso y lejano segundo lugar en las elecciones del próximo 2 de junio.

 

*Periodista, editor y radiodifusor

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