Especial u lenguaje nuevo, accesible, anti-solemne, tan lejano de esa rigidez y suntuosidad literarias que gobernaron a muchas plumas de la época  

Con profunda tristeza, la familia de José Agustín compartió la noticia del fallecimiento del autor de La Tumba. Desde Cuautla, Morelos, informaron que se fue en paz y envuelto en el cariño de su familia. 

Autoras, autores, críticos de cine, instituciones públicas y privadas, periodistas y distintos medios de comunicación han dicho adiós a José Agustín, representante de la contracultura, que aprovechara su voz y lenguaje para rebelarse en contra de la escritura oficialista que predominaba en la segunda mitad de la década de los años 60.

En un intercambio de palabras con 24 HORAS, el cronista Federico Guzmán Rubio compartió una reflexión sobre su acercamiento con la obra del escritor: “Hay palabras que estaban fuera del léxico de la literatura mexicana hasta la publicación de la obra de José Agustín: desparpajo, relajo, desmadre, frescura, juventud. Podría decirse que supo capturar como nadie los años sesenta y setenta, con su invención del concepto de juventud tal y como lo conocemos ahora, pero sería un elogio incompleto; no se limitó a capturar el espíritu de su tiempo, sino que, junto con muchos otros, lo creó.

“No obstante, considero que la mayor deuda que tenemos con él es el haber dotado a la literatura mexicana de alegría, una alegría no exenta de melancolía, naturalmente, como la que se experimenta al despertarse y recordar la fiesta de la víspera. Pero la literatura es generosa y, a diferencia de la vida, mediante la relectura es posible revivir esa fiesta. Por eso yo releo a José Agustín para que la fiesta resucite”.

Desde Los Ángeles, California, su colega Luis Panini también recuerda su encuentro. “A mediados de la década de los 60, durante el apogeo de lo que hoy conocemos como el boom latinoamericano –que llegó a su cúspide en 1967 con la publicación de Cien Años de Soledad–, apareció La Tumba, primera novela de un preciosísimo e irreverente José Agustín, obra inaugural de una de las carreras literarias más brillantes en nuestro país, cuya prosa lenguaraz y altamente idiosincrática, logró cumplir la promesa con la que el boom pareció encandilarnos, renovar el panorama literario (por lo menos en México), liberándose de su costumbrismo y ataduras político-temáticas que parecían fungir como un mecate para someter a un perro que ya estaba muy alebrestado y que, finalmente, consiguió la libertad gracias al desenfado de Agustín y de otros dos o tres autores que generalmente se vinculan con él.

Su lenguaje nuevo, accesible, anti-solemne, tan lejano de esa rigidez y suntuosidad literarias que gobernaron a muchas plumas de la época, ha permeado la totalidad de sus novelas y relatos desde el inicio de su labor. Quizá es un lugar común decir que alguien es “la voz de una generación”, pero de José Agustín podemos decirlo, porque su escritura ha capturado como ninguna otra en México el espíritu contestatario de un país, con todas las alegrías y ansiedades que esto conlleva”, finalizó Panini. /DEMIAN GARCÍA