Todos reconocemos la vital importancia de las cadenas de suministro para el comercio internacional, pues es evidente que cualquier perturbación, incluso en el eslabón más distante de la cadena, tiene repercusiones significativas en todos los aspectos y, más aún en un contexto de ataques en el Mar Rojo.

Es por ello que cuando observamos aumentos en los precios, no se trata únicamente de problemas internos, sino que también están vinculados a factores de coyuntura internacional; lo que demuestra que las cadenas de suministro no son simplemente conexiones comerciales, sino que también pueden presentarse como candados para la estabilidad de nuestra economía.

En ese marco, cabe destacar que la reciente ola de ataques hutíes en el Mar Rojo, no sólo ha resultado en ataques dirigidos específicamente a empresas israelíes o a buques con destino a Israel, sino que también ha generado un impacto más amplio en la navegación por el Mar Rojo, llevando a 18 empresas navieras a evitar una ruta que representa entre el 12% y el 15% del comercio mundial.

La alteración de las rutas no sólo implica un aumento en los gastos de transporte, sino que también prolonga los tiempos de traslado, generando un impacto adverso en la eficiencia del comercio que, en promedio, agrega 10 días adicionales a los viajes. Dado esto, cabe destacar que el encarecimiento del transporte se ha traducido en un notable incremento de las tarifas, triplicando los costos en algunas rutas.

Se estima que, por ejemplo, el costo de transportar productos desde Asia hasta el norte de Europa ha experimentado un aumento del 173% desde mediados de diciembre, y el transporte de productos importados desde China ha registrado un incremento del 161%.

En ese contexto, no cabe duda que los conflictos y la tensión internacional pueden provocar alzas de precios. La situación actual en el Medio Oriente podría generar una segunda ola de inflación a nivel global, afectando incluso a México. Se trataría de la segunda ola inflacionaria de la década, después del aumento de precios que se observó en 2022 durante el conflicto de la invasión rusa en Ucrania.

Sin embargo, como ya mencionaba en otro espacio, ante este escenario México tiene una oportunidad estratégica que no debe pasar desapercibida. La crisis en el Mar Rojo podría impulsar un replanteamiento de las estrategias de suministro a nivel mundial, dando lugar a un aumento en la demanda de alternativas de producción más cercanas a los consumidores finales. Por lo que de no aprovechar proactivamente esta oportunidad, podría resultar en la pérdida de ventajas estratégicas y económicas para nuestro país.

En tales circunstancias, es evidente que la economía global se enfrenta a un escenario desafiante con costos crecientes, tiempos de traslado extendidos y una cadena de suministro bajo presión. La estabilidad en 2024 dependerá de la capacidad de la comunidad internacional para abordar estos impactos, donde la adaptación de las empresas será crucial para superar los desafíos logísticos y mantener la solidez en las cadenas de suministro.

 

Consultor y profesor universitario

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