El robo de combustibles sigue siendo una sombra alargada sobre Pemex, generando considerables pérdidas para la empresa. Se estima que durante los primeros nueve meses de este año el huachicol se ha elevado un 60%, alcanzando los 232 millones de pesos. Un sombrío récord que supera en un 158.3% las pérdidas registradas durante el sexenio anterior.
Dicha situación deja ver que a pesar de los esfuerzos, es evidente que las estrategias no han logrado contener la voracidad de este fenómeno, y los números son la prueba de ello. Se calcula que el 30% de los combustibles vendidos en México es huachicol; lo que, al menos durante el año 2019, se tradujo en un impacto en el PIB del 0.17%.
Esta situación no sólo golpea las finanzas de Pemex, sino que también tiene un impacto directo en la economía y la seguridad del país. Por lo que ante esta problemática, el gobierno ha respondido con un decreto para restringir temporalmente la importación de productos que alimentan este mercado como el benzol, naftaleno, toluol, xilol, aceites crudos de petróleo, entre otros.
No obstante, si bien la medida parece ser crucial, plantea interrogantes en cuanto a su impacto negativo en otras industrias que dependen de estos insumos, pues se ponen en riesgo los permisos de importación vigentes de diversas empresas.
En este contexto, cabe señalar que el estado de Hidalgo lidera en tomas clandestinas, con 2,721 perforaciones. Jalisco ha ascendido al segundo lugar con un aumento del 374.4%, mientras que el Estado de México, Veracruz y Puebla siguen en la lista de las regiones más afectadas, lo que pone sobre la mesa la urgencia de estrategias más efectivas para combatir esta amenaza.
Sin embargo, el huachicol no sólo representa pérdidas millonarias para Pemex y el erario público, sino que también tiene un impacto en la seguridad de la población y el medio ambiente, ya que la mezcla de sustancias no controladas conduce a mayores emisiones de gases peligrosos e incluso contribuyen a incidentes como la explosión del ducto en Hidalgo, que ocasionó la muerte de al menos un centenar de personas.
Como se puede ver, se trata de un problema multifacético, donde uno de los desafíos más significativos radica en el comportamiento de una actividad informal que se encuentra permeada por el crimen organizado; y cuya dificultad se atribuye, en gran medida, a la carga social presente en las comunidades afectadas.
En tales circunstancias, no es de sorprender que Pemex, al haberse convertido en la petrolera más endeudada del mundo con pasivos que ascienden a 105,000 millones de dólares, se encuentra en una grave situación, pues a pesar de recibir una considerable inyección de recursos, aún enfrenta dificultades para cubrir por sí misma sus vencimientos; lo que parece ser que, al final del día, solamente ha sido negocio para el crimen organizado y, sin duda se refleja en el impacto en nuestros bolsillos, ya que uno de los elementos que afectan el desempeño del mercado de los energéticos en el país es éste.
Consultor y profesor universitario
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