Hay veces que nada el pato, y hay otras que ni agua bebe y para hablar de China, claro que no podemos decir que no tiene suficiente agua que beber, porque es una economía que tiene tasas de crecimiento con las que en México ni siquiera podemos soñar. Este año, por ejemplo, esperan una expansión de su Producto Interno Bruto (PIB) del 5%.

El punto es que, en sus etapas del pato que nada, China tenía que esconder al mundo sus tasas reales de crecimiento, porque eran tan altas que alarmaban al planeta entero.

El manejo de los datos económicos del gigante asiático es arbitrario y centralizado, pero hay claridad entre los especialistas que a principios de este siglo tenían tasas de crecimiento anual del PIB cercanos al 15% que tenían que reportar en torno al 10%.

China no es un país que tenga conflictos laborales, inestabilidad política, críticas en la prensa, no hay sindicatos o empresarios que pudieran generar un ruido a los planes gubernamentales. Todo esto porque China no es una democracia y cualquier manifestación fuera de los dictados gubernamentales es de inmediato apagada.

Y aunque ya sabemos quién podría envidiar el tener ese control absoluto, la realidad es que ese milagro chino tiene un límite que podría estar cerca de cerrar un ciclo de casi medio siglo de crecimientos exponenciales.

Es un hecho que será difícil que en el mundo se pueda anticipar con claridad el tamaño de la desaceleración económica china, porque, como parte de las acciones del régimen de Xi Jinping, se han encargado de desaparecer una gran cantidad de indicadores económicos que daban cuenta de la desaceleración de la última década.

De acuerdo con el analista del Financial Times, John-Burn Murdoch, China tenía más de 80 mil indicadores económicos antes del ascenso de Xi Jinping al poder, tras la pandemia quedan menos de 20 mil y los que todavía son públicos no resultan confiables. Pero una desaceleración china se nota sin necesidad de estadísticas.

China se dio a conocer al mundo como destino de maquiladoras, esa fue la semilla que los llevó al ensamble de manufacturas más sofisticadas y de ahí al desarrollo de tecnologías propias. Tras varias décadas de obreros mal calificados en las líneas de producción, China pasó al personal altamente calificado y especializado que desarrolló un mercado interno bien pagado y creciente.

Pero la expansión china, un país de mil 400 millones de habitantes y en cuyo territorio cabe México más de 7 veces, encontró en la deuda una forma de financiarse. Un país que crecía más del 10%, con un mercado interno creciente y estabilidad inflacionaria, podía financiar ese modelo de crecimiento.

Sin embargo, las circunstancias han cambiado, sobre todo después de la pandemia y sus medidas extremas de control.

Las empresas dejaron de invertir en la misma proporción y los consumidores prefirieron empezar a ahorrar antes que a gastar, lo que bajó las tasas de consumo.

El escenario en estos momentos para China es incierto, primero por la falta de información. Pero, sobre todo, por las claras evidencias de la baja en la demanda interna, las dificultades financieras por el alto endeudamiento y porque claramente ese gigante asiático no mantiene una buena relación con occidente.

 

    @campossuarez