¿Será que el entretenimiento está perdiendo su originalidad?

Estaba teniendo una conversación con una amiga sobre el estreno de la película de Super Mario Bros. (la cual lleva 724 millones de dólares recaudados hasta el momento), y debatíamos respecto al tema de la originalidad. Porque, para obtener éxito en cine, la producción suele venir de una referencia ya conocida.

De forma indirecta, como producciones de Marvel cuyo punto de conexión son los cómics; o como secuelas, reboots y/o spin-offs de franquicias ya conocidas, o, en su versión más evidente, hacer versiones live-action de clásicos de cine, funcionando como ejemplo más reciente la nueva adaptación de La Sirenita.

En esta contraparte, yo comentaba que la originalidad no necesariamente debe de venir de un producto completamente nuevo. Sí se puede hacer una obra de arte con ciertas reglas preestablecidas.

Las restricciones a veces hasta sirven para ordenar la creatividad, y de ese modo concretar las ideas. Por lo general, la televisión se atreve más a presentar ideas completamente nuevas que después muestran ser exitosas, tal como Stranger Things, El Juego del Calamar o Severance nos demostraron. Pero la fórmula de los últimos éxitos taquilleros se está mudando a la pantalla chica.

Un caso de suma controversia es el de Harry Potter: esta semana se anunció que HBO (ahora conocido como Max) se encargará de hacer una serie de televisión de los 7 libros de la autora J.K. Rowling.

Tomando en cuenta que las icónicas películas, y generalmente bien recibidas cintas, son aún recientes en el colectivo popular, se torna la pregunta: ¿realmente es una propuesta para reinsertarle energía creativa a esta saga? ¿Es necesario presentarle a nuevas generaciones otra adaptación en lugar de la ya conocida? ¿O es esta sólo una excusa para generar más suscriptores, y dinero, a la cadena televisiva?

Por la pura comparación y polémica, es por seguro que muchxs fanáticxs sintonizarán aunque sea la primera temporada. Ya puedo ver los miles de artículos haciendo análisis detallados de las películas en contraparte con la serie, y estas dos comparadas con los adorados libros. Pero, habiendo tanto terreno no explorado, ¿no era mejor aprovechar la propiedad intelectual para expandir el universo en lugar de encasillarlo a su misma historia?

Un ejemplo claro de reinvención funcional es la de la saga Spider-Man. Cuando Tom Holland hizo su introducción en Spider-Man: Homecoming (2017), hubo cambios esenciales a la historia: presentar un Peter Parker más joven y brincarse la tragedia del Tío Ben, porque el público no necesitaba ver eso nuevamente.

Lo mismo con la aclamada saga animada de Spider-Man de Sony cuyo protagonista es Miles Morales en lugar de Peter Parker, lo cual expandió el universo arácnido con un multiverso de posibilidades.
Pero pues bueno, sigamos exprimiendo las historias ya conocidas, ¿por qué no? Menos pensar y más adaptar.

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