La suerte de Ignacio Ovalle parece haber terminado, quienes lo vieron recientemente en su “oficinita” del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal aseguran que su ánimo ha cambiado y que se ve preocupado, sobre todo porque ha buscado audiencia con su amigo el Presidente, y no lo ha querido recibir… el mensaje parece bastante claro, la confianza presidencial comenzó a agotarse.

Cuando el escándalo por el fraude millonario en Segalmex comenzó a crecer, se escucharon palabras de confianza y respaldo del mismo López Obrador hacia quien fue su primer jefe en el servicio público, lo que muchos interpretaron como un: “a Nachito no me lo toquen”, y así fue durante algún tiempo.

Pero ante la contundencia de las pruebas ya se baraja la posibilidad de entregar su cabeza, evaluando cuál sería un golpe mayúsculo para la Cuarta Transformación: mantener en la impunidad al amigo del Presidente o castigar la corrupción de un personaje que él mismo ha defendido hasta el cansancio.

En una primera etapa, cuando los caminos de las investigaciones iban hacia Nachito, se siguieron pesquisas que lo rodeaban, pero quienes conocen las indagatorias aseguran que sería imposible y hasta negligente no investigarlo.

En el caso Segalmex, varios nombres de cercanos le fueron reportados al inquilino de Palacio Nacional, incluyendo el de su amigo y casi “hermano” Julio Scherer Ibarra, a quien se le acusaba de participar en los negocios de Seguridad Alimentaria Mexicana, por medio de los negocios de la leche, específicamente a través de Bernardo Fernández Sánchez, director de Operaciones de Liconsa.

Se decidió entonces enfocar las baterías de la investigación y de los procesos judiciales contra el extitular de la Unidad de Administración y Finanzas del organismo, René Gavira Segreste; éste, como una especie de Oficial Mayor, firmaba todos y cada uno de los contratos cuestionados, por lo que parecía sencillo vincularlo a proceso.

En este espacio adelantamos que la jugada se observaba también peligrosa para los intereses de AMLO, por la sabida documentación que Gavira Segreste guarda sobre su otrora jefe, Ignacio Ovalle, involucrado en compras que se pagaron por adelantado y que terminaron siendo mera simulación.

Gavira hoy se encuentra libre y amparado por la justicia, a pesar de los tres procesos judiciales en los que se ha visto involucrado. Por otro lado, Ovalle cae de la gracia presidencial.

Si tiene responsabilidad, tiene que asumirla”, es la frase que suelta ahora el Presidente cuando se le cuestiona sobre su otrora jefe en el Instituto Nacional Indigenista. Aunque sigue asegurando que su gran amigo fue víctima de una traición; sobre todo de aquellos funcionarios que, como él mismo, vienen del viejo régimen priista.

#LoboSapiensSapiens

El prestanombres…

Con la orden de aprehensión cumplimentada contra Fernando Zurita, dueño de la polémica firma Servicios Carregín, las llamas de la hoguera se ven cada vez más cercanas al amigo presidencial; sobre todo porque ministerios públicos tienen enfrente una línea, la de que presuntamente Zurita era el prestanombres para los negocios del director.

 

@chimalhuacano